Necesitamos dinero. Mucho dinero. Las arcas nacionales están vacías, Pemex no solo está quebrado, debe mucho dinero; es una bomba a punto de explotar. Por eso la última propuesta de este régimen: cobrar un impuesto de 42 dólares a cada turista de crucero que desembarque en alguno de nuestros puertos, así sea solo por algunas horas.
Pésima moción. Tanto la CONCANACO como la Asociación Mexicana de Agentes Navieros (AMANAC) señalan que, de aprobarse, se dará fin a uno de los ingresos más importantes de divisas para cientos de miles de familias mexicanas que dependen de este tipo de turismo.
Tan solo en este año se calcula que serán 9.33 millones de turistas que entren transportados por cruceros y para el próximo 2025 la cifra estará por arriba de diez millones. Parecería dinero fácil. Pero no lo es porque, para el 2026, las empresas navieras podrían dejar a México fuera del circuito de cruceros del Caribe y en ese momento los ingresos desaparecerían. Y es que el cobro del impuesto que se propone aumentaría el costo de desembarque para los turistas hasta en un 213% más en comparación con otros puertos de América.
La Asociación de Cruceros de Florida y el Caribe, que incluye a líneas de crucero como Carnival, MSC, Royal Caribbean, Norwegian Cruises, analiza dejar de llegar a nuestros puertos. Ello pone en riesgo las inversiones millonarias, especialmente lo apalabrado y que ayudaría a reconstruir Acapulco, así como apuntalar otros destinos portuarios mexicanos.
Evidentemente no sugiero que no se cobre, pero sí establecer tarifas y esquemas que nos hagan competitivos frente a otros destinos en el transporte turístico de cruceros. Quizá precios aún por debajo de los sitios turísticos que nos hacen competencia, pero no a tal grado que se esquilme a las empresas y a los turistas mismos. Me temo que el impuesto que se propone es, en cambio, la mejor invitación a que no regresen a México o, más aún, a que ni siquiera se decidan visitarnos.
Total que, quienes saben, como es el caso de la AMANAC, señalan lo perverso que resultaría este impuesto. Más grave aún: la iniciativa considera que dos tercios de los ingresos de esta tasa impositiva se entregue a la Secretaría de la Defensa Nacional, en lugar de destinar estos recursos ¡para mejorar los puertos mexicanos!
Para tener una idea de cómo afectaría este impuesto, tan solo en este año que termina, los cruceros aportan aproximadamente 1,000 millones de dólares en gastos directos, generan (en el país) más de 20,000 empleos y contribuyen con más de 200 millones de dólares en salarios.
En lugar de buscar desincentivos para espantar al turista, el gobierno de Claudia Sheinbaum debiera buscar atractivos para que los turistas deseen quedarse un par de días en los puertos de arribo.
Porque además del impuesto propuesto, desafortunadamente la inseguridad en nuestro país NO invita a que los turistas quieran venir. Se sabe que muchos puntos de la geografía nacional ya son boletinados por diversos países como inseguros para que sus connacionales no les visiten. No es el momento de incorporar otro elemento que ahuyente a los turistas.
Este impuesto puede impactar negativamente a las economías locales de los puertos turísticos, a miles de pequeños comercios, familias y proveedores mexicanos de los cruceros.
Antes de imponer un impuesto de 42 dólares por turista, hagan los estudios adecuados, así como competitiva la industria, y garanticen que la seguridad vuelva a imperar en las zonas turísticas. Ya luego cobren lo que en otros países.
El gobierno no estará ingresando 420 millones de dólares. Además, estará perdiendo los 10 millones de turistas y, con ellos, una importante derrama económica para nuestra población que vive del turismo de los cruceros. ¿Ya lo pensaron adecuadamente
POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
COLABORADOR
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MAAZ