Columna Invitada

Rompamos inercias

Pasar de utilizar el pasado para repartir culpas, y entenderlo como experiencia y aprendizaje, es un buen comienzo

Rompamos inercias
Ana Lilia Herrera Anzaldo / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

“Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre.” William Thomson.

Urge concretar y dotar de sentido a la palabra transformación. No hay segundos pisos sin cimientos sólidos, de ahí que invertir en la niñez y la adolescencia mexicanas, rompiendo inercias, sí, pero sobre todo fijando metas claras y acciones medibles, es una de las grandes oportunidades de este sexenio.

Pasar de utilizar el pasado para repartir culpas, y entenderlo como experiencia y aprendizaje, es un buen comienzo. Sobre todo, cuando se tiene la gran oportunidad-responsabilidad, de alinear propósitos con el poder Legislativo y los gobiernos estatales. 

Las prioridades de cualquier gobierno se definen en el presupuesto, así que analizar el comportamiento histórico de la inversión pública orientada para niñas, niños y adolescentes, es un ejercicio fundamental, si consideramos que es el grupo etario más numeroso y el que tiene mayor prevalencia de pobreza, en promedio, 8 puntos porcentuales superiores al nivel de pobreza de la población en general.

El Anexo 18 es el “cajón” presupuestal que el gobierno mexicano creó en 2012 para destinar recursos a la infancia y la adolescencia en nuestro país y la pasada legislatura, quienes formamos parte de la Comisión de Derechos de la Niñez y la Adolescencia en la Cámara de Diputados federal, de la mano de UNICEF, impulsamos un análisis histórico de este anexo transversal, del que se derivan múltiples ventanas de oportunidad.

Para dicho análisis, los insumos fueron las bases de datos públicas del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), al igual que las del citado Anexo transversal, y se consideraron dos momentos presupuestarios: montos aprobados en el PEF y montos ejercidos en Cuenta Pública; sin embargo, el análisis se centra en los montos aprobados, debido a la calidad, homogeneidad y disponibilidad de información pública. 

Las recomendaciones hechas por las y los especialistas de UNICEF, son muy claras y con voluntad política, podrían definir el legado del gobierno que empieza:

1.    Invertir en la infancia y adolescencia debe ser prioridad siempre, sobre todo ante eventos catastróficos y crisis económicas, considerando que se trata no solo de la inversión más segura, sino la más rentable. 

2.    Robustecer la inversión en la primera infancia de 0 a 5 años; grupo históricamente rezagado en términos de inversión en educación, salud y protección social, priorizando el establecimiento de un sistema nacional de cuidados de calidad, que alcance a la población sin seguridad social.

3.    Fortalecer los mecanismos de acceso a la información pública y rendición de cuentas, a fin de dar certeza sobre los montos reales invertidos en infancia y adolescencia y sus repercusiones. 

4.    Institucionalizar la metodología para etiquetar y asignar recursos para la atención de niñas, niños y adolescente pues, aunque en 2022 se publicó la metodología, mejorar los registros de beneficiarios, permitiría conocer avances en las metas establecidas. 

5.    Dejar atrás presupuestos inerciales, mejorando la planificación y planteando presupuestos en base a resultados, a fin de evitar la ejecución ineficaz e ineficiente de los recursos. 

Las niñas, los niños y los adolescentes no votan, pero invertir en garantizar sus derechos más básicos, define su presente, los adultos que serán y el México de todos y para todos al que aspiramos.

POR ANA LILIA HERRERA ANZALDO
@ANALILIAHERRERA

POLÍTICA Y ACTIVISTA POR LOS DERECHOS HUMANOS

PAL

@AnaLiliaHerrera

Política y activista por los derechos humanos.

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