Columna Invitada

¿Iguales ante la ley? La malinterpretación mexicana de la perspectiva de género

Hoy en día, las mujeres desempeñan un rol principal en las actividades económicas. Millones son el sostén de sus familias, lideran empresas e incluso presiden países

¿Iguales ante la ley? La malinterpretación mexicana de la perspectiva de género
José Lafontaine Hamui / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Cuando escuchamos los términos violencia vicaria, alienación parental y violencia familiar, inmediatamente pensamos en una mujer como víctima. Así ha sido a lo largo de la historia. Durante milenios, las mujeres han asumido las labores domésticas y el cuidado de los hijos, mientras que los padres, hasta hace cuatro décadas, no solían tener una relación cercana con ellos.

Hoy en día, las mujeres desempeñan un rol principal en las actividades económicas. Millones son el sostén de sus familias, lideran empresas e incluso presiden países. Sería muy injusto no reconocer lo inequitativos que hemos sido como sociedad hacia ellas, ya sea por tradición, costumbre, educación o tendencias sociales.

Las mujeres tienen derecho a la igualdad. Sin embargo, aún persisten asimetrías de poder, especialmente en términos económicos. A pesar de ello, en los tribunales no debería existir desigualdad basada en el género: un hombre no gana un juicio por ser hombre, ni una mujer lo pierde por ser mujer. En muchos casos, el resultado depende de los recursos económicos disponibles, no obstante lo anterior, un hombre puede perder un juicio simplemente por ser hombre. Esto ocurre en litigios donde los jueces aplican mal la perspectiva de género, distorsionando su propósito y espíritu. El objetivo de esta perspectiva no es poner a la mujer por encima del hombre ni otorgarle ventajas procesales, sino garantizar la igualdad.

En la actualidad, se ha construido un derecho positivo que beneficia exclusivamente a la mujer por el simple hecho de decir que es víctima de violencia familiar o de género, donde su declaración la consideran prueba plena y suficiente los jueces para condenar a un hombre, a pesar de los que dice la jurisprudencia sobre la declaración y como debe adminicularse con otras pruebas. Por ejemplo, en la Ciudad de México, cuando un caso de violencia familiar es vinculado a proceso y el imputado es hombre, las probabilidades de ser absuelto en juicio oral son prácticamente nulas. Los jueces suelen dictar la sentencia mínima, incluso cuando la defensa demuestra con pruebas científicas que no se cometió el delito. En la mayoría de los casos, las apelaciones son rechazadas y no se otorgan amparos.

La alienación parental es un fenómeno doloroso y complejo que afecta a muchos padres, especialmente a aquellos hombres que, tras una separación o divorcio, se ven excluidos de la vida de sus hijos debido a las acciones de su expareja. Aunque este fenómeno afecta tanto a hombres como a mujeres, en México, y en muchas otras sociedades, los hombres se encuentran en una posición vulnerable. Esto se debe a los estereotipos de género profundamente arraigados que asignan a las mujeres el rol de cuidadoras primarias, como lo señalé anteriormente. La alienación parental se refiere a cualquier conducta de un progenitor, ya sea intencional o no, que busca menoscabar la relación de un niño con el otro progenitor; desde difamación, limitación de visitas, hasta manipulación emocional, en la que se busca influir negativamente en la percepción que el niñ@ tiene de uno de los padres. Este fenómeno ocurre en ambos géneros, sin embargo, en el caso de los hombres, tiene características particulares debido a la falta de reconocimiento de su rol activo en la crianza y a los prejuicios de género y su perspectiva legal.

Las madres, como las principales cuidadoras de los hijos, utilizan esta posición para disminuir la participación del padre en la vida cotidiana del niñ@. A través de comentarios despectivos o manipulaciones emocionales, buscan que el niño rechace al padre o lo perciba como un ser ausente o poco afectivo. Esta forma de alienación afecta la relación padre-hij@, y tiene graves repercusiones en la salud emocional y psicológica del padre alienado y de los hij@s.

Los hombres que sufren alienación parental enfrentan una situación dolorosa y compleja. No solo se ven privados de la oportunidad de ser parte activa en la vida de sus hij@s, sino que también deben lidiar con el sufrimiento emocional que conlleva el rechazo de sus propios hij@s, muchas veces debido a la manipulación de la expareja. La pérdida de contacto y vínculo con sus hijos genera en los padres sentimientos de desesperación, tristeza y angustia.

En muchos casos, los efectos psicológicos de la alienación parental son devastadores. La depresión, la ansiedad y la baja autoestima son algunas de las consecuencias más comunes entre los padres afectados. El sentimiento de impotencia frente a una situación que no pueden controlar, junto con la idea de que la sociedad no reconoce o bien minimiza su sufrimiento, profundiza aún más el drama de los hombres que atraviesan este proceso.

Además, el estigma social juega un papel importante en la invisibilidad de este problema. Existe una percepción generalizada de que los hombres no son tan capaces como las mujeres para involucrarse emocionalmente en la crianza de los hijos. Este estereotipo se traduce en una serie de prejuicios que afectan la toma de decisiones en los juzgados, donde los derechos del padre son ignorados, favoreciendo a la madre como principal figura. Los hombres que enfrentan alienación parental se encuentran con obstáculos legaloides y la malinterpretación de la perspectiva de género, y  sin la menor oportunidad para probar al juzgador que están siendo víctimas de esta forma de violencia. En un sistema judicial que favorece a las mujeres, los padres deben superar el desafío de demostrar que la madre está manipulando a los niños para distanciarlo de ellos. Las pruebas de alienación parental no son fáciles de lograr su admisión, y cuando son admitidas,  los jueces les restan valor, las ignoran; al igual que deciden ignorar las tácticas lagaloides utilizadas por la madre alienadora y sus abogad@s, y a eso se le suma que en los casos que hay una mujer en la disputa;  la “linea” de la judicatura es obligar a los jueces a fallar a favor de ella, con pruebas o sin ellas, con la denuncia es suficiente.

Mientras que se simula proteger los derechos de las madres y mujeres en el contexto de la crianza, los derechos de los padres quedan atropellados.

Promover una visión de igualdad en los roles parentales es imperativo para garantizar que las decisiones de custodia y convivencia se tomen con base en el bienestar de los niños y no en prejuicios de género. Las decisiones deben basarse en un análisis detallado de la situación, priorizando siempre el bienestar emocional y psicológico de los niños, así como la preservación de los lazos afectivos con ambos padres.

La alienación parental contra los padres hombres es un problema gravísimo. Es una práctica que no solo los afecta a ellos, sino también a los niños, quienes sufren las consecuencias emocionales y psicológicas de estar en medio de una lucha entre progenitores. Es necesario un cambio cultural, judicial y social que reconozca la importancia de ambos padres en la crianza, independientemente de su género, y sin duda igualdad procesal, no solo en el texto constitucional, sino en las sentencias. No hacerlo significa que en una generación cuando más, nos estaremos condenando al quebrantamiento de la institución de la familia. Estamos rompiendo con esto aún más el tejido social, que ya de por sí está demasiado roto.

POR JOSÉ LAFONTAINE HAMUI

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