Columna Invitada

La era de lo obsceno

El veterano Alvin Kamara, quien estaba gozando de una tremenda temporada, tampoco estará disponible para este partido, ya que sufrió un tirón en la ingle

La era de lo obsceno
Diego Latorre / Columna invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Nueve años después, Trump se prepara para iniciar su segundo mandato como presidente, y uno de sus colaboradores más cercanos, y, por mucho, su donante político más importante, el multimillonario Elon Musk, usará su riqueza para influir en el proceso político de una manera mucho más flagrante.

Tan sólo hace un par de días, Elon, el hombre más rico del mundo, usó su influencia política con el fin de frustrar un acuerdo bipartidista que pretendía mantener abierto el gobierno estadounidense. Esto es obsceno, pero es solo un ejemplo de las formas en que los multimillonarios dominan la democracia en ese país.

La naturaleza pública de su intervención en el proceso político americano hizo que la realidad del gobierno de los multimillonarios fuera cegadoramente obvia, pero la mayoría de las formas en que los multimillonarios gastan parte de su riqueza para asegurar resultados políticos se parecen menos a eso que al proceso que Trump describió en 2015, mediante el cual establecía relaciones con políticos de ambos partidos y ambas partes de esa relación se hacían favores mutuos.

Musk ahora está restregando en la cara a todos, el poder político que le confiere su riqueza, y muchos demócratas ahora estarán tentados a sacar provecho de esto. Es un buen instinto en abstracto: los temas de discusión se escriben solos. Pero la propia credibilidad de los demócratas en el tema de la influencia de los multimillonarios está por los suelos.

A fines de octubre, Forbes estimó que ochenta y tres multimillonarios respaldaban la candidatura de Kamala Harris, en comparación con sólo cincuenta y dos de Trump. Sin embargo, claro que, dado que uno de esos cincuenta y dos era el hombre más rico del mundo con miles de millones, y que donó generosamente más que cualquiera de los ochenta y tres de Kamala, Trump siempre estuvo en mejor posición.

 Con la compra  de la otrora Twitter, ahora X, por Musk, hay motivos para suponer que ha manipulado el algoritmo para impulsar sus propias publicaciones; y sea lo que sea, Elon, es el usuario más popular con 207.9 millones de seguidores, por arriba de Trump, con tan solo 96.2 millones; con ese poder, estos últimos días utilizó ese megáfono para publicar 150 veces sobre su oposición a un acuerdo de gasto bipartidista destinado a evitar que el gobierno se cierre justo antes de Navidad, solo por el deseo de impulsar un techo mayor para la futura administración Trump.  

El otro día lo entrevistaron y ante cierta pregunta relacionada con la democracia en la plataforma X, tuve una rara sensación: “descubrió los dientes, pero no me estaba claro si se trataba de una sonrisa o un mohín desdeñoso…” Se viene la era de lo obsceno, una rara combinación entre un thriller de Stephen King y las ficciones distópicas de Úrsula K. Le Guin, hoy el mundo de los desposeídos.

POR DIEGO LATORRE LÓPEZ
@DIEGOLGPN

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