La última semana de octubre el extremismo del republicano Donald Trump se desbordó con ataques abiertos a latinos, gente de raza negra y contra su rival demócrata Kamala Harris. Pero eso sólo fue el preámbulo de un clima de radicalismo electoral, también salió de prisión el líder del alt-right Steve Bannon.
El extremista artífice de la campaña de Trump que lo llevó a la Casa Blanca prometió, tras pagar su condena de cuatro meses, defender con uñas y dientes el triunfo del magnate: "nos vamos a asegurar de que esta vez no nos roben las elecciones", como siempre han vociferado, pero nunca han podido demostrar.
Trump "debe levantarse y decir: 'hey, he ganado esto. Y tenemos equipos ahora mismo que van a asegurarse de que no nos roben esta cosa'", declaró Bannon después de salir de la cárcel de Danbury, en Connecticut.
El exasesor del magnate fue puesto en libertad, tras cumplir una condena por desacato impuesta por la justicia estadounidense, ya que en 2022 decidió no testificar ante un comité que investigaba el asalto al Capitolio de 2021, que terminó con cinco muertos y 140 agentes de la policía heridos.
La sospecha de los investigadores era que el asesor de Trump sabía lo que iba a pasar cuando miles de seguidores del entonces Presidente saliente entraron por la puerta en la sede del Congreso y el Senado, en un intento de golpe de Estado. Por eso, para las autoridades la reactivación de Bannon es un foco rojo.
Por si fuera poco, el pasado fin de semana en Nueva York Trump y sus invitados enseñaron su verdadera piel, calificaron a Puerto Rico de una “isla flotante de basura”, dijeron que Harris era el mismo “anticristo” y fustigaron a negros y latinos. Antes, el magnate ya había señalado que EU era un “cubo de basura” por la actual política migratoria.
De poco o nada sirvió que los coordinadores de campaña del republicano trataran de matizar los discursos calificándolos como “bromas” que, por cierto, ya provocaron una ola de simpatías en favor de la demócrata. Es posible que ese mitin, que Trump calificó de “fiesta de amor”, le cueste caro en los siete estados bisagra. Ya veremos.
Después, el mismo Trump y su esposa, Melania, recularon en los medios de comunicación al negar que el magnate es un extremista, nazi o el mismo Hitler, por sus posturas radicales, pero la verdad es que huele, piensa y actúa como nazi.
Hace dos semanas, John Kelly, el general retirado de los Marines que fue secretario general de la Casa Blanca durante la Presidencia Trump, entró en la contienda de manera sorprendente, diciendo que el expresidente encaja “en la definición general de fascista” y que quería el “tipo de generales que tenía Hitler”.
Trump está enseñando de qué se va a tratar si gana la Presidencia por segunda ocasión; sin embargo, lo que más preocupa es cómo va a reaccionar la gente que lo rodea si las urnas no le favorecen. ¿Será que los tambores de una guerra civil se están desempolvando? Es posible, pero no deseable por la vecindad.
POR ISRAEL LÓPEZ GUTIÉRREZ
COLABORADOR
@PAPADEPONCHO
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