Columna invitada

La reinterpretación regional del mito fundacional

La historia oficial de un país suele partir de un origen, a menudo mítico, con el fin de generar una identidad nacional. En México, este se representa a través del símbolo

La reinterpretación regional del mito fundacional
Ignacio Anaya / Colaborador / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

La historia oficial de un país suele partir de un origen, a menudo mítico, con el fin de generar una identidad nacional. En México, este se representa a través del símbolo del águila devorando una serpiente sobre un nopal. Este mito, según los relatos que se recuperaron y construyeron hasta la fecha, dio luz a la gran ciudad de Tenochtitlan y, por ende, a la Ciudad de México. Su rol como simple origen mítico de una civilización antigua trascendió para convertirse en el fundamento de toda una nación. De norte a sur, inclusive afuera del país, todas y todos reconocen el significado de esta imagen.

A finales del siglo diecinueve surgieron trabajos con el afán de insertarse dentro de esta identidad nacional en sus respectivas regiones. Estudios que buscaban instalar a su entidad federativa en el gran mito.

Un ejemplo de esto es el historiador liberal Eustaquio Buelna, quien en 1887 publicó la primera edición de su libro Peregrinación de los aztecas y nombres geográficos indígenas de Sinaloa. En esta obra, el autor sostiene que los toltecas y, posteriormente, los aztecas (quienes formarían la civilización mexica) pasaron por Sinaloa durante sus migraciones respectivas. Según su teoría, ambos grupos provenían de una gran civilización ubicada en las cercanías del río Gila, en Estados Unidos.

Su hipótesis se basaba en estudios lingüísticos del noroeste de México, así como en diversas fuentes primarias de la Nueva España y en investigaciones de otros historiadores. Buelna empleaba el lenguaje científico que caracterizó a varios intelectuales del positivismo. No solo planteó que Sinaloa fue un lugar de tránsito, sino que también afirmó que en Culiacán nació la religión de los mexicas.

En sus palabras, expresaba lo siguiente: “En efecto, allí (actual Culiacán) fue fundada su religión, allí tomó cuerpo y consistencia su nacionalidad, agrupada desde entonces en torno al altar de su dios… Allí fue donde ellos creyeron que se les había aparecido Huitzilopochtli… Allí comenzó el culto a la feroz divinidad”.

Más allá de proponer una teoría, ya refutada, el acto de situar el famoso Aztlán en Sinaloa revelaba la necesidad de reforzar la identidad nacional. No importa si Buelna estaba en lo correcto o no; lo relevante era su intención de descentralizar el origen mítico de la nación. Al afirmar que fue en Culiacán donde surgió el culto a Huitzilopochtli y, además, al emplear el concepto decimonónico de nacionalidad, le confería a Sinaloa un lugar significativo dentro de la historia nacional de esa época.

Para Buelna, la formación histórica de México no obedecía únicamente al centro; tenía un pasado en el norte, y ese aspecto debía rescatarse. La obra de Buelna resulta interesante para comprender cómo el famoso mito fundacional de la civilización mexica ya había penetrado otras regiones del país. Permite observar cómo, fuera del centro, se reinterpretaba este mito y se usaba para consolidar la identidad mexicana.

POR IGNACIO ANAYA

COLABORADOR

@Ignaciominj

MAAZ

 

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