Columna invitada

Tiempos de Trump, tiempos de ser osados

Sheinbaum podría aprovechar para iniciar un esfuerzo sin precedentes por nuestra seguridad y orden interno

Tiempos de Trump, tiempos de ser osados
Carlos Matienzo / Columna invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

El gobierno mexicano no podía no haber estado listo para el escenario de un triunfo de Donald Trump. La probabilidad de una victoria aplastante, como terminó siendo, siempre estuvo en los pronósticos de los expertos. Y, sin embargo, la primera reacción de la mandataria mexicana fue lenta, errática y con desconocimiento del sistema electoral estadounidense. Postergó, más que ningún otro líder, sus felicitaciones a Donald Trump y eso se reportó ampliamente durante el miércoles en los medios estadounidenses.

Trump no es un animal común. Es impredecible y tiene un carácter autoritario que dificulta la colaboración. Lo personal pesa en él profundamente. Es un narcisista. Pero en el pasado, otros han logrado sortear esa personalidad para construir relaciones provechosas, desde Shinzo Abe, de Japón, hasta Bibi Netanyahu, de Israel y, en cierta medida, hasta el propio López Obrador.

Por eso el mundo entró desde la noche del martes en modo “sálvense quien pueda”. El presidente de Ucrania, Zelensky, y el de Francia, Macron, lo felicitaron antes de que algún medio hubiera “cantado” su triunfo. El mandatario ucraniano incluso ya sostuvo una larga llamada con la asistencia de Elon Musk para tratar de mantener el apoyo militar a su país.

México no puede quedarse atrás. Trump ya abrió las cartas: el jueves pasado, en una entrevista para NBC, declaró que sus primeras dos acciones serán cerrar la frontera y lanzar una guerra contra los cárteles. Más “cantado” imposible, migración y fentanilo serán el corazón de su política de seguridad interior, y nuestro país estará al centro de ella, como antagonista o aliado.

Claudia Sheinbaum puede envolverse en la bandera y adoptar una postura defensiva que podría generar un distanciamiento y desencadenar acciones unilaterales. Puede intentar persuadirlo de que cambie su agenda; imposible. O puede ser osada: tomarle la palabra a Trump y aprovechar la atención que tendrá en México para iniciar un esfuerzo sin precedentes por nuestra seguridad y orden interno.

Si es cierto que Sheinbaum quiere fortalecer nuestras capacidades de inteligencia e investigación contra el crimen organizado podría alinear ese esfuerzo con el interés de Trump. Poner un plan sobre la mesa. Pedir recursos para modernizar y sofisticar nuestros sistemas de inteligencia. Definir prioridades y diseñar operativos conjuntos para golpear al crimen organizado. Poner al día a las Fuerzas Armadas y actualizar sus capacidades de combate ante nuevas amenazas, como son los ataques con drones. Fortalecer la presencia en nuestros mares. Que los recursos que potencialmente le quiten a Ucrania, vengan a México.

Pero ello implicaría que el gobierno se deshaga de una buena vez de sus vínculos con el crimen organizado. Poner fin a los acuerdos políticos-criminales que se han pactado a nivel local. No más tolerancia a los Rochas o a los Salgados Macedonios.

Igual osadía en materia migratoria. ¿Quieren fronteras seguras? ¿Tercer país seguro? Pues que manden recursos para modernizar nuestros puntos fronterizos, tecnología para nuestras aduanas, infraestructura para refugios de migrantes. Y, por qué no, a cambio de ayudar a controlar las fronteras, poner sobre la mesa una salida para los nuestros, los mexicanos. Buscar un camino para una estancia legal de nuestros trabajadores del otro lado. Quién sabe, tal vez el voto latino en favor de Trump sea la insospechada oportunidad para evitar las pronosticadas deportaciones.

Está, sin embargo, el problema de nuestros frentes abiertos en materia comercial por la obsesión con el desmantelamiento del sistema judicial y de otros contrapesos. Y está también el extravío geopolítico de los últimos años con nuestro apoyo a las dictaduras latinoamericanas.

Para atravesar esta tormenta, Sheinbaum tendrá que entender que México no puede seguir gozando de los beneficios del comercio libre y de la globalización si no cumple sus responsabilidades con el mundo. Tenemos que comprometernos con la seguridad internacional, con la certeza jurídica y con los intereses geopolíticos de nuestros aliados. Es tiempo de osadía, sí, pero esto significa que es tiempo también de madurez y pragmatismo.

POR CARLOS MATIENZO

DIRECTOR DE DATAINT

@CMATIENZO

MAAZ

 

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