En un sistema presidencial como el nuestro, en México, el o la Presidenta que llegue, con el simple hecho de llegar, ya cuenta con mucho poder, ya que no sólo es quien manda en el Poder Ejecutivo, sino que también es el mando supremo del Ejército y la Fuerza Aérea Mexicana.
Aunado a eso, Claudia Sheinbaum tuvo un resultado histórico en la jornada electoral del 2 de junio: llega con el respaldo ciudadano de casi 36 millones de votos, ganó la mayoría calificada en la Cámara de Diputados federal y, parafraseando al expresidente Felipe Calderón, “haiga sido, como haiga sido” construyó la mayoría calificada en el Senado de la República.
Así que también tiene hoy un poder más, el Poder Legislativo, donde no sólo cuenta con mayoría, sino que puede cambiar la Constitución sin problema alguno.
También tiene el respaldo de 24 gubernaturas y cuenta con 27 congresos en donde tienen mayoría, que es la etapa final para poder hacer modificaciones a la Constitución.
Y el último poder, que aún no tiene bajo su mandato, el Poder Judicial, un mes antes de su toma de protesta formal se empezó a desmantelar.
Todavía no sabemos a ciencia cierta en qué terminará este proceso, que se observa será muy pantanoso; pero, al día de hoy, sigue el paro del Poder Judicial federal, y el Instituto Nacional Electoral (INE) ya inició el procedimiento para el próximo año elegir jueces y magistrados de una forma descabezada.
Los organismos autónomos que de alguna u otra forma han servido como un contrapeso de poder presidencial, algunos ya están con el oficialismo, como ejemplo está la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Y otros están en riesgo, ya que aunque no es la prioridad en la agenda de la Presidenta, si están muy endebles, pues en cualquier momento los pueden borrar de un plumazo.
Todo este poder, que hoy está concentrado en la Presidencia, y que puede ser muy riesgoso, al tener tanto y sin ningún contrapeso, posibilitaría generar excesos en las decisiones del gobierno; el PAN, ya lo ha podido combatir anteriormente.
Y lo que hay que entender, primero, es que el país necesita una oposición. Si bien el escenario es complicado a la hora de la toma de decisiones, porque no habrá forma de frenar al oficialismo con todos los espacios del ejercicio de poder, tenemos que entender que ahí no está el trabajo de la oposición, sino en hacer valer los espacios que aún se tienen, para desde ahí, llegar a la conciencia de la gente.
Decía el fundador del PAN, Manuel Gómez Morín, “las ideas y los valores del alma, son nuestras únicas armas; no tenemos otras, pero tampoco las hay mejores”.
Vamos buscando esas ideas y valores que tiene el alma para, desde ahí, poder ser la oposición que hoy México necesita, ante este regreso de lo que a inicio de los noventas Mario Vargas Llosa llamó “la dictadura perfecta”.
POR RUBÉN GUAJARDO BARRERA
Diputado del Congreso de San Luis Potosí
MAAZ