Gandhi señaló: "La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la forma en que trata a sus animales". Es un principio insertar la protección animal en la Constitución; sin embargo, el hecho de que esté previsto en el texto constitucional no genera de forma automática su aplicación. No obstante, insisto, es un buen principio.
La presidenta de México dio un importante paso hacia la protección de los animales: se comprometió públicamente a buscar la prohibición constitucional del maltrato animal.
Este anuncio, realizado poco después de su toma de protesta, no fue un compromiso nuevo; ya lo había prometido en su campaña, específicamente en el punto 19 de los 100 que delineó durante el periodo electoral. Lo anterior generó expectativas importantes en los colectivos de defensa de los derechos de los animales y, en general, en quienes observamos el maltrato animal como un problema sociológico y una ausencia de virtudes y valores como sociedad.
La protección a los animales ha sido una deuda histórica. Si bien algunas entidades federativas cuentan con leyes locales que prohíben el maltrato animal, a nivel nacional no ha existido una ley general ni una prohibición que ampare a los animales bajo la Constitución. Este vacío ha sido motivo de críticas por parte de organizaciones que, desde hace años, han impulsado iniciativas para que el maltrato animal sea prohibido a nivel constitucional.
En marzo de 2021, Igualdad Animal logró que se presentara una iniciativa para reformar el artículo 73 de la Constitución. Esta reforma buscaba facultar al Congreso para legislar en materia de bienestar animal. Sin embargo, a pesar de su avance en comisiones, la propuesta quedó congelada en el limbo legislativo, como ha sucedido con muchas otras iniciativas similares; solo los mantiene ocupados la destrucción institucional amparada en mayorías ignorantes. Estas cuestiones pueden esperar.
Sin embargo, el año pasado, se vio que el entonces presidente incluyó en su paquete de 18 reformas constitucionales, conocido como el "Plan C", la prohibición del maltrato animal. Esta vez, con el apoyo de la bancada de Morena, la reforma al artículo 73 fue aprobada con 482 votos a favor, otorgando al Congreso la facultad de legislar en materia de bienestar animal, cumpliendo así con el objetivo de Igualdad Animal y otras organizaciones. Además, se propusieron reformas a los artículos 3º y 4º de la Constitución.
El artículo 3º busca integrar la protección animal en los planes de estudio, fomentando una ciudadanía responsable y con una visión no punitiva. Por su parte, la reforma al artículo 4º plantea que el Estado garantice la protección y conservación de los animales. Cualquiera que haya conocido un albergue temporal de animales asegurados o decomisados por la Semarnat, como lo he presenciado yo, sabe que resulta peor castigo para el animal la remisión a uno de sus centros que el maltrato en sí mismo.
A pesar de estos avances, el camino hacia una protección real de los animales sigue siendo largo. Si bien las reformas constitucionales han sido celebradas por los defensores de los derechos de los animales, aún quedan pendientes en el Senado, y la Ley General de Bienestar Animal, que reglamentaría estas reformas, sigue en espera de aprobación.
Uno de los principales puntos de conflicto es la inclusión de un artículo transitorio que ha sido rechazado por la mayoría de las organizaciones animalistas.
Sin embargo, la presidenta se ha comprometido a continuar impulsando estas reformas; ha prometido que el Senado finalmente apruebe las propuestas, consolidando así la prohibición del maltrato animal en la Constitución y avanzando en la creación de una Ley General de Bienestar Animal aplicable en todo el país. Del dicho al hecho, siempre hay un buen trecho.
Como todo en la vida, y como es arriba es abajo, por un lado tenemos a quienes pretenden proteger a los animales a cualquier costo, incluyendo el sector alimentario. Los productores pecuarios, en especial ganaderos y avícolas, animales para consumo humano y los sectores que apoyan prácticas consideradas “crueles” como las corridas de toros y peleas de gallos. Al parecer, lo que le falta al planeta es equilibrio y respeto entre las partes en confronta.
Sin embargo, las nuevas generaciones comparten e impulsan un aparente cambio cultural y de conciencia. Este cambio parece decantarse más hacia el respeto y la protección de los animales.
En un país donde el tejido social está completamente roto, y donde la violencia ha llegado a niveles de difícil comprensión, veo en este tipo de leyes una oportunidad para que las altas virtudes como la compasión y la empatía sean indispensables para reorientarnos como sociedad y como país hacia una ruta que pueda tender los puentes hacia una regeneración del tejido social y, por ende, convertirnos en una sociedad más compasiva.
POR JOSÉ LAFONTAINE HAMUI
ABOGADO
EEZ