La resurgencia de conflictos militares, particularmente el que estalló entre Hezbolá e Israel en las dos últimas semanas, vuelve a colocar al Líbano en una situación de inestabilidad, sin visos de terminar en el corto plazo que podría desembocar en un conflicto mayor de consecuencias impredecibles.
Los ataques israelíes al Líbano han dejado un mayor número de víctimas y desplazados que en cualquier otro ataque realizado desde la guerra Israel-Hezbolá del 2006, afectando diversas regiones del país. Se estima que más de 2,000 personas, entre militares y civiles, han perdido la vida, además de unos 10,000 heridos y miles de desplazados.
Las embestidas aéreas y por tierra del ejército israelí han sido dirigidas hacia grupos de la fracción musulmana de Hezbolá ubicados en el sureste del Líbano, pero irremediablemente también afectan a la población civil de esas zonas. La ONU informó que una cuarta parte del territorio libanés se encuentra actualmente bajo órdenes de evacuación militar, lo que indica que la campaña militar israelí contra Hezbolá podría provocar una nueva crisis humanitaria en ese país medio oriental.
Hezbolá, grupo paramilitar musulmán pro-iraní, que representa sólo alrededor del 30% de la población del Líbano, lleva décadas enfrentado a Israel, situación que en los últimos meses se ha intensificó a raíz de la guerra de Israel en Gaza tras el mortífero ataque del grupo militar palestino Hamas del 7 de octubre de 2023. Hezbolá afirma que seguirá atacando objetivos israelíes mientras dure la guerra en Gaza, lo que pone nuevamente en riesgo de guerra a la totalidad de la población de la República Libanesa.
Líbano, cuya capital es Beirut, es un país árabe de Oriente Próximo que tiene una superficie de 10, 452 kilómetros cuadrados y una población de alrededor de 7 millones de habitantes; limita al sur con Israel, al norte y al este con Siria y al oeste con el mar Mediterráneo. Fue parte del imperio otomano, desde 1516 hasta 1918, y desde 1920, por decisión de La Sociedad de Naciones, estuvo bajo mandato de Francia hasta 1944, cuando se independizó.
Hasta antes de la guerra civil, que duró de 1975 a 1990 entre facciones pro-cristianas y pro-musulmanas, Líbano fue un país en constante desarrollo que llegó a ser calificado como la “Suiza del Oriente Próximo”, y no sólo por sus montañas nevadas, únicas en la región, sino por su atractivo para capitales financieros y pluralidad política. Fue un país tan atractivo y pacífico que en los 70s la actividad turística llegó a representar el 20% de su PIB.
En la actualidad, y debido en buena parte al belicismo de Hezbolá, el país se ha deteriorado cada vez más en todos los órdenes (salud, educación, alimentación, vivienda, etc.) y 55% de la población en situación de pobreza, lo que lo ha llevado a ocupar el lugar 112 a nivel mundial dentro del índice de desarrollo humano y el 129 en términos de desarrollo económico.
Por el bien de la región y del Líbano, en particular, se hace urgente encontrar una salida negociada al conflicto actual. Sería deseable que Israel y las facciones palestino-musulmanas pudieran llegar a un acuerdo que detenga un problema que de crecer podría convertirse llegar a involucrar a las grandes potencias del mundo.
POR AGUSTÍN GARCÍA VILLA
ANALISTA POLÍTICO
@TIGRE_AGUILAR_C
MAAZ