La campaña presidencial estadounidense de 2024, parece desarrollarse fuera de los parámetros normales. En un año normal, la economía sería la preocupación abrumadora. Y es uno de los temas importantes. Pero, a diferencia de otras elecciones, no es necesariamente el principal y quién sabe si será el determinante para el resultado.
En ese sentido, la ventaja sería para el republicano Donald Trump, toda vez que existe al menos la percepción de que la inflación y los precios altos son resultado de las políticas del presidente Joe Biden y, por tanto, extensivas a su vicepresidenta, la ahora candidata demócrata, Kamala Harris.
Es cierto que, según los números de la macroeconomía, la situación estadounidense es buena, pero el ciudadano promedio resiente en el bolsillo los aumentos de precios, la falta de vivienda barata y los alimentos caros.
Y, sin embargo, es sólo uno de los temas importantes. Trump debería tener una ventaja cómoda, pero no es así. Parece optar mejor por usar el temor, y ha logrado introducir temas como migración y la debilidad de las fronteras en el debate público, con historias que a veces parecen ridículas sobre la “invasión” de inmigrantes indocumentados. Pero hay quien le cree.
Harris sostiene por su parte que la economía está bien y que eso se refleja en un desempleo reducido, en posibilidades de bienestar importantes, y por supuesto lo acredita a las políticas desarrolladas por Biden después de la pandemia de COVID-19.
Paralelamente, agita el espectro de un Trump desaforado, uno que ha prometido ser “dictador por un día“ y usar las fuerzas armadas tanto para hacer detenciones masivas de migrantes indocumentados como para detener al “enemigo interno”, como define a todos los que no están de acuerdo con él, especialmente en la burocracia federal.
Trump promete también reducir impuestos a sectores adinerados para favorecer la inversión, y acusa de ignorantes a medios y organizaciones que señalan sus posibles efectos negativos, del Wall Street Journal al semanario The Economist, la agencia Bloomberg o el diario Financial Times.
Hasta ahora no parece haber ventaja real para ninguno de ellos. Harris alcanzó a Trump luego de que el presidente Biden retiró su candidatura y la Convención Nacional Demócrata de agosto.
Trump lleva cuatro años en campaña desde que perdió la Presidencia en 2020, pero tampoco ha rebasado a su audiencia. La campaña, pues, es un reflejo de la división casi por la mitad entre los estadounidenses, ni uno ni otro han podido despegarse.
A menos de tres semanas de la votación, el candidato es presentado como un anciano demagogo mientras que Harris, a los que se busca hacer corresponsable de los problemas del gobierno Biden, parece disfrutar de los beneficios de no ser Trump. El virtual empate político provoca preocupaciones, pues nadie espera que el republicano y sus partidarios acepten una nueva derrota.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
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@CARRENOJOSE
MAAZ