Los grandes administradores de activos, como BlackRock, Vanguard, Fidelity o State Street, son actores cruciales en los mercados financieros globales. Su influencia va más allá de sectores, especialidades y países, dado que manejan billones de dólares (o trillones en inglés) en activos bajo administración.
En mi experiencia al haber trabajado por mucho tiempo en uno de ellos, estas instituciones toman decisiones basadas en una variedad de factores clave: análisis macroeconómicos, estabilidad política, marcos regulatorios, proyecciones de crecimiento y sostenibilidad.
Asimismo, representan los intereses de miles o millones de inversionistas globales. Al tener una estructura de propiedad fragmentada y diversificada, buscan reducir riesgos y maximizar retornos, lo que difiere de los casos en los que una sola persona o entidad controla una empresa. Este tipo de gestión se realiza con el objetivo de alinear los intereses de los inversionistas con la sostenibilidad a largo plazo de las empresas y de los países en los que invierten.
En el mundo de las inversiones, existen dos enfoques principales en torno a la administración: la gestión activa y la gestión pasiva. La gestión activa se basa en la toma de decisiones de compra y venta de activos mediante un análisis profundo del mercado, buscando superar el rendimiento de un índice de referencia. Por otro lado, la gestión pasiva replica un índice, como el IPC, minimizando costos y buscando igualar el rendimiento del mercado.
Por lo anterior, es fundamental comprender el papel que México juega en la geopolítica global y por qué se diferencia de otras economías emergentes. Es necesario abordar estas cuestiones objetivamente, ya que algunas narrativas que escuchamos reducen la confianza de los inversionistas a unos cuantos proyectos o decisiones, y pueden carecer de un análisis profundo.
México tiene una posición estratégica única que lo distingue de otras economías en desarrollo. Su cercanía a Estados Unidos, la mayor economía mundial, ha generado una creciente atención de empresas e inversionistas internacionales interesados en aprovechar esta ventaja para atender la demanda de bienes y servicios en dicho país. Este elemento geográfico se complementa con una fuerza laboral calificada y competitiva, así como recursos naturales valiosos, que resultan sumamente atractivos para los mercados internacionales.
La estabilidad macroeconómica de México, acompañada de una gestión fiscal prudente, sigue siendo un factor que genera confianza entre los inversionistas. Para mantener este atractivo, será crucial que el Banco de México continúe operando de manera independiente y aplique políticas monetarias sólidas.
Elementos como la inflación controlada, el crecimiento constante y una estructura legal clara para los inversionistas extranjeros son fundamentales. En este contexto, México se puede beneficiar del famoso fenómeno del nearshoring, que ha impulsado el interés de administradores de activos en sectores como infraestructura, manufactura y logística. Según el Banco Interamericano de Desarrollo, México podría captar hasta 11 mil millones de dólares adicionales anuales gracias a la reubicación de cadenas de suministro, lo que refuerza su posición como un destino de inversión clave.
A pesar de que algunas políticas gubernamentales pueden generar incertidumbre entre los inversionistas, las ventajas estructurales de México, como su ubicación estratégica, sus acuerdos comerciales y su sólida base industrial, continuará haciendo del país un destino atractivo para la inversión internacional; lo anterior teniendo claro que, a mayor riesgo, la prima de retorno tendrá que ser mayor. De no darse esa fórmula, los inversionistas buscarán nuevos refugios para sus inversiones dejando pasar así la oportunidad para México.
No quiero dejar a un lado, la importancia de cuidar la calificación crediticia de México como grado de inversión. Perder este estatus podría llevar a una fuga de capitales, ya que muchos fondos de inversión, particularmente aquellos de gestión pasiva, están limitados a invertir solo en países y activos que cuenten con esta calificación. Mantener una calificación sólida asegurará que México continúe atrayendo capital extranjero y siga siendo competitivo a nivel global.
Es esencial que nuestro gobierno, conociendo estas fortalezas, trabaje en su fortalecimiento a través de un diálogo abierto con todos los grupos de interés, sobre todo a cara de futuras reformas o modificaciones que podrían impactar las ventajas previamente señaladas (principalmente la relacionada con los órganos autónomos). Esto permitirá que México no solo mantenga sus oportunidades de inversión, sino que logre un crecimiento sostenido y estratégico.
POR ALVARO VÉRTIZ
SOCIO DGA GROUP
@ALVAROVERTIZ
MAAZ