Según reportes de prensa, algunos de los seguidores de Donald Trump habrían comenzado a explorar las virtudes o defectos de otros aspirantes a la candidatura presidencial republicana, pero la inmensa mayoría de los republicanos se mantiene leal al expresidente.
De hecho, las encuestas consignan que 50% de los republicanos están en favor de que Trump los represente en las elecciones de 2024; el otro 50% se reparte entre ocho aspirantes que en algunos casos critican los desfiguros y las tácticas de Trump, pero defienden su legado, racista y ultranacionalista.
La realidad es que es difícil desestimar el impacto de Trump entre los militantes republicanos. El expresidente parece haber convencido a su base que las acusaciones en su contra son lo que define como una cacería de brujas política que también es una persecución de sus partidarios.
Trump enfrenta cuatro casos penales separados, de las acusaciones en torno a sus manejos fiscales en el estado de Nueva York y sus mentiras tanto sobre el monto de su riqueza como sobre pagos a una actriz pornográfica, a las referentes a su papel en la asonada del 6 de enero de 2021, sus intentos por subvertir los resultados de la elección de 2020 y la indebida apropiación y manejo de documentos secretos.
La mayoría de las acusaciones parece tener solidez y mucho de la fanfarronería de Trump se basa en principios aprendidos de su primer "gurú" legal, el abogado derechista Roy Cohn, que le aconsejó nunca aceptar culpa, siempre contrademandar y proclamar victoria sin importar que tan mal estuviera su caso.
Y parte de su resonancia entre los republicanos parte de una consideración importante: el sentimiento de victimización.
Por años, sectores de la clase media baja blanca se han considerado como víctimas olvidadas del sistema, sacrificados en aras de las conveniencias del mercado y de un progreso que les pasó de largo.
De hecho, para esos grupos, ellos son las verdaderas víctimas de los prejuicios, discriminación racial incluida, en una sociedad donde se les anuncia que pronto serán parte de la minoría más grande, pero minoría al fin y al cabo, de un país integrado por minorías étnicas, con una diversidad cultural que minimiza sus propias tradiciones, religiosidad y costumbres.
Que el adinerado señor Trump, con sus jets privados y sus mansiones de decenas de millones de dólares los represente es dudoso, pero ellos le creen cuando se queja de que es objeto de racismo (dos de los fiscales que encabezan los equipos acusadores son afroestadounidenses).
Según el analista Ronald Brownstein, Trump ha transformado sus múltiples acusaciones "en apenas la última prueba de la creencia generalizada dentro de la base republicana de que las mayores víctimas de la discriminación son los grupos a los que pertenece la mayoría de ellos: Cristianos, hombres y blancos".
Habrá que ver si ese sentimiento perdura.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1
PAL