Malos Modos

El humanismo mexicano ríe a carcajadas

¿Por qué esa burocratización de la chamba del palero, esa mediocridad impúdica? Porque da igual, como indican la confirmación del presidente y varias anécdotas más

El humanismo mexicano ríe a carcajadas
Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Los propagandistas son cada vez más piteros. Cinco jóvenes son secuestrados, torturados y obligados a matarse en una dinámica de un sadismo indescriptible. Un día después de que se difunden las imágenes de esa monstruosidad, el presidente, en su mañanera, habla de sus logros, pone una rola, dice que ya hace hambre y, cuando los reporteros le preguntan por ese caso, responde con un chiste. ¿Qué hicieron los propagandistas por su imagen? Trataron de vendernos que no había oído la pregunta, argumentaron –ya muy estúpidamente– que la mañanera había terminado a esas alturas, y reviraron con lo de siempre: la oposición conservadora está desesperada, miente, bla bla bla. Bueno, pues los propagandistas, además de, ellos sí, mentir y de manera burda, porque el video lo vimos todos, lo que hicieron fue marcarse un gigantesco “No me defiendas, compadre”. Lo que dicen los propagandistas es que al presidente le parece normal, ante una pesadilla como la de Lagos de Moreno, decir “Vámonos a desayunar” y soltar un chascarrillo, sin que medie una palabra de luto; tantita empatía aunque sea de la falsa, por pudor. Bueno: lo dicen los propagandistas y lo confirma el titular del Ejecutivo, como hizo 24 horas después.

¿Por qué esa burocratización de la chamba del palero, esa mediocridad impúdica? Porque da igual, como indican la confirmación del presidente y varias anécdotas más. El presidente está convencido de que su reputación tiene blindaje nivel 7, de que pasará a la historia como un prócer, y de que, por tanto, puede permitirse cualquier cosa. La prueba es que se la ha pasado bomba durante el sexenio y no ha tenido empacho en demostrárnoslo. Es un hombre optimista y jovial que, en efecto, rio sonoramente ante aquella portada: el “Ahí están las masacres, jajaja”. También lanzó una carcajada cuando murieron decenas de migrantes en un incendio, igual que le oímos una risotada con, por ejemplo, esos secuestros en Chiapas. Otras veces no ríe, pero sonríe complacido. Recuerden que el covid, con los 700 mil muertos, le vino como anillo al dedo; o que en plena pandemia se hizo grabar ante una mesa llena de viandas; o el exultante mordisco a esa niña. No, no hay muerte que le quite la buena disposición de ánimo, salvo tal vez, brevemente, las de los 43 de Ayotzinapa, que lo obligaron a defender, con leve incomodidad, al ejército. A propósito, tampoco se la quitaron los cadáveres despedazados y congelados que aparecieron días antes, y que ya olvidamos porque en este país las brutalidades se opacan cada 24 horas.

El propagandista, por supuesto, lo sabe. Sabe que no tiene de qué preocuparse: repites la muletilla, acusas a la oposición y chingue su madre: a esperar la transferencia, la condonación, el préstamo o la paella. Sabe, en fin, que el humanismo mexicano se la vive a carcajadas.

POR JULIO PATÁN

COLABORADOR

@JULIOPATAN09 

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