Más allá de los campeonatos y logros en la cancha, la sostenibilidad financiera se vuelve un factor determinante para garantizar un futuro próspero y equitativo para las atletas.
Esta semana, el senado mexicano en aras de dar un paso contundente hacia la equidad, dictaminando una ley de “equidad salarial” que plantea las condiciones económicas mínimas para que las deportistas puedan tener salarios realmente competitivos y así poder tener mejores condiciones dentro y fuera de la cancha.
Pero, ¿será posible que pronto se tenga, al menos dentro del balompié nacional, salarios similares en las ligas varonil y femenil? Es innegable el progreso y los momentos de gloria que han alcanzado las deportistas en diversas disciplinas, pero aún enfrentan un desafío crucial a nivel nacional e internacional: la autosustentabilidad económica, determinante en cualquier proyecto dentro y fuera del deporte.
A menudo, el respaldo económico se vincula directamente con el éxito en competiciones o campeonatos. Sin embargo, es imperativo cambiar este paradigma y generar fuentes de ingresos estables independientemente de los resultados en el terreno de juego.
¿Qué acciones se pueden llevar a cabo para lograr esta autosuficiencia financiera? Por un instante, dejemos la pasión de lado y enfoquémonos en el “producto” que es el deporte femenil, en concreto la LigaMX Femenil. Se deben enfocar los esfuerzos en estrategias de marketing e innovación; aprovechar el poder de los medios de comunicación y crear programas de desarrollo y formación.
Se requiere un esfuerzo colectivo por parte de los directivos, patrocinadores, medios de comunicación y, por supuesto, las propias atletas deben trabajar en conjunto para construir un ecosistema que permita un crecimiento sostenible y equitativo. El deporte femenino no solo merece ser reconocido en los podios de campeonatos, sino también en la mesa de negociaciones y estrategias financieras.
Es hora de invertir en la igualdad dentro y fuera del campo de juego, asegurando un futuro sostenible y próspero para las generaciones venideras de talento femenino. No olvidemos un elemento único en la ecuación, los aficionados. Los seguidores desempeñan un papel clave: asistir a eventos, difundir el deporte femenino en redes sociales, presionar a marcas y medios, respaldar a las atletas y consumir contenido relacionado.
Su apoyo activo y elección consciente de respaldar marcas comprometidas son acciones que impulsan la visibilidad y atraen inversiones, contribuyendo así a la igualdad económica en el deporte femenil. Unidos, podemos transformar el deporte femenino en un referente de éxito económico y social, derribando obstáculos y mostrando que la equidad va más allá del mal llamado “imperativo moral”, ¡sino también una oportunidad financiera!.
Estamos más que preparados para liderar el camino hacia una nueva era donde la igualdad no solo sea justa, sino también lucrativa.
¡Hagamos del deporte femenil un ejemplo de autosustentabilidad integral replicable, no sólo por decreto!
Por Diego Sánchez González ‘SAGO’
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