Apuntes de Guerra

Los límites del poder

Parece haber consenso en que la vieja ley suprema, heredada de la brutal dictadura del pinochetismo, está ya superada

Los límites del poder
Gabriel Guerra / Apuntes de Guerra / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

En Chile, ciudadanos, políticos y gobierno han dado una lección de sensatez y madurez política: tras el rotundo rechazo de los votantes a la nueva constitución propuesta, las reacciones generalizadas han sido de ánimo conciliador y de búsqueda de nuevos puntos de acuerdo, de encuentro.

Mientras desde afuera hay quienes erróneamente acusan el regreso (o la permanencia) del pinochetismo, parece haber consenso en que la vieja ley suprema, heredada de esa brutal dictadura, está ya superada y que su destino es el proverbial basurero de la historia. Esto ya se sabía, pues hace dos años 80 por ciento de los ciudadanos votó a favor de desecharla y trabajar en una nueva.

Lo que antier rechazaron por amplio margen sólo fue una propuesta maximalista, utópica tal vez para una nación tan socialmente conservadora como la chilena. Como botón de muestra, cabe recordar que apenas en 2004 se legalizó el divorcio en ese país.

Podríamos dedicarle párrafos enteros a detallar algunas de las propuestas más extremas o llamativas, pero sería hablar de lo que ya no fue. Baste apuntar que hubiese transformado a una de las constituciones más regresivas del hemisferio en una de las más avanzadas y más ideológicamente de izquierda. Un salto cuántico no necesariamente respaldado ni por la conformación de la comisión encargada de redactar el proyecto, ni por la magnitud del triunfo en las urnas del nuevo presidente, Gabriel Boric, ni por sus primeros meses de gobierno, que no han estado exentos de tropiezos.

Pero mucho más relevante que el fracaso del proyecto es la manera en que todas las principales fuerzas y figuras políticas y sociales reaccionaron: sin mayores reproches ni justificaciones, mirando hacia adelante con el objetivo claro: reemplazar pronto a la herencia de la dictadura.

Todo eso habla muy bien del Establishment chileno, pero muestra también la importancia de que los gobernantes entiendan los límites naturales de sus triunfos electorales, de su poder.

Alentados seguramente por la magnitud de las protestas masivas de 2019 y la posterior votación abrumadora para renovar el texto constitucional, a los que se sumó la holgada victoria de Boric en las presidenciales de diciembre de 2021, los partidarios de este cambio sintieron —como en su momento lo hizo Ícaro— que su poder no encontraría tope.

Ahora, con las alas no derretidas pero sí chamuscadas, deberán volver al arduo trabajo de la construcción de acuerdos y consensos.

Hace menos de nueve meses, Gabriel Boric obtuvo 55.8 por ciento de los votos para ser Presidente de su país. Un margen amplio, pero insuficiente para con él querer transformar de tajo y por completo a su país.

Los políticos suelen aprender de sus derrotas, pero deberían más bien hacerlo de sus victorias: sus alcances sí tienen límites.

POR GABRIEL GUERRA
COLABORADOR
GGUERRA@GCYA.NET
@GABRIELGUERRAC

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