Cuando de intereses económicos se trata, el carácter protagónico y mezquino del periodismo mediático es inexorable. De ese periodismo que sirve a los intereses de las grandes corporaciones; que favorece a la élite empresarial; del periodismo que manipula la información, la desarticula, la mancilla, la falsifica; del periodismo degradante que calumnia y que hace de la mentira su mejor arma.
Me refiero a ese periodismo ruin, que solapa, encubre y protege las invasiones extranjeras; que firma contratos jugosos, abulta sus cuentas bancarias y goza de los beneficios del tráfico de influencias. Fiel protector del statu quo, su deshonestidad con la ética lo vuelve en una pieza vital en la continuidad de la impunidad. ¿Le suena?
El periodismo de la mediatización es un ladrón de conciencias, memoria e identidad. Es el encubridor de los grandes desfalcos, de los arreglos en lo oscurito, y los bonos enviados como soborno.
Es el que le pone trampas a la justicia, el que disfraza con su pluma de articulista, entrevistador, presentador o de locutor, la opresión del exiguo y la desaparece del imaginario colectivo recurriendo al maquillaje de la polarización. Este tipo de periodismo es lacayo de la oligarquía y es responsable de la desmemoria colectiva, de la carencia de identidad. Es el propulsor de la ignorancia de las masas, del racismo, la discriminación, y propulsor del consumismo desmedido.
Cuenta con millones de seguidores, lectores, radioescuchas y espectadores fieles, quienes los convierten en semidioses y líderes. La desgracia es que este tipo de periodismo se propaga a la velocidad de la luz, es casi omnipresente.
Es traidor por excelencia, desertor por cualidad; es ultraconservador, fanático y de doble moral. Justifica los crímenes de odio, la violencia de género, la homofobia, la opresión de la iglesia. La sobreexplotación irregular y autorizada por los gobiernos; encubre ecocidios, desapariciones, limpiezas sociales, violencia institucionalizada, feminicidios, tráfico de personas y drogas.
No tiene la humanidad, la ética y la bravura para denunciar con la verdad. No cuestiona, no informa, pero hace de la palabra su mejor arma para insensibilizar a sociedades que de por sí se pudren día a día.
La maquinaria del falso periodismo en los medios de comunicación funciona gracias a personas que carecen de ética, integridad, conciencia y amor. Estos medios ufanos son a pequeña y gran escala, el arma demoledora que elimina todo pensamiento crítico y facilitan los golpes blandos, los que logran de un plumazo los golpes de Estado, las guerras mediáticas y económicas. Son los que escriben la historia oficial.
En nuestro México también tenemos muchos ejemplos.
Si no gritamos la verdad con la misma fuerza que ellos la mentira, ganará la mentira.
Abramos los ojos.
POR DIEGO LATORRE LÓPEZ
@DIEGOLGPN
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