Malos modos

Librazos, no balazos

Quiero festejar la preocupación de doña Beatriz por hacer de la lectura un hábito y, sobre todo, la preocupación por las víctimas de los criminales

Librazos, no balazos
Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

En realidad es viejo, pero lo vimos hace unos pocos días. El video, de poco más de un minuto, nos presenta a Beatriz Gutiérrez Muller en un acto de promoción de la lectura mientras habla en los siguientes términos:

Primero, expone el problema. Dice que hay “quienes hacen travesuras, y dañan a la gente, y la perturban, y le quitan su tranquilidad, y le quitan sus objetos, y sus pertenencias, y a sus familiares”. Luego, la solución: “a ellos hay que regalarles un libro y decirles ‘tregua, por favor’. Lee, para que no ataques a nadie. Ningún lector es un agresor”.

Me gustaría hacer tres o cuatro observaciones. Primero, quiero festejar la preocupación de doña Beatriz por hacer de la lectura un hábito y, sobre todo, la preocupación por las víctimas de los criminales, una preocupación ausente en el sexenio de su esposo.

Hay que celebrar también que se recuerde la importancia de la cultura en los contextos de violencia. Es lo que se espera de una persona consagrada a la poesía y la música. Dicho esto, van algunos reparos.

El primero tiene que ver, justamente, con la necesidad de echar mano del instrumento más importante que tienen quienes se dedican a la poesía y la música: el lenguaje. ¿Qué nos indica el lenguaje, en este caso? Por ejemplo, que llamar “travesuras” al récord de asesinatos y de feminicidios, los miles de desaparecidos, la extorsión generalizada y el secuestro puede sonar como una frivolidad, y cruel.

El segundo tiene que ver con el uso de la cultura, y de los libros específicamente, como antídoto de la violencia.

He hablado antes de las estrategias que se han seguido, por ejemplo, en Colombia y Brasil, que pusieron en marcha costosas, ambiciosas y bien estudiadas políticas de Estado que sí, contribuyeron a paliar la violencia por la vía de crear infraestructura cultural en zonas marginadas y, sobre todo, de involucrar a la población con la cultura.

Pero hay una distancia grande entre poner a andar políticas de Estado de esa magnitud, y algo como “suelta el cuerno de chivo y te regalo a Benedetti” (o una novela histórica de Pedro Salmerón, o lo que sea).

A Marx Arriaga, seguramente, el video le provocaría un gran entusiasmo.

A los colombianos y brasileños, me temo, no.

Asimismo, hay que tener cuidado con las expectativas que se crean en torno a las posibilidades de lo cultural. Porque nunca, en ningún sitio, la cultura, y con ella los libros, ha resuelto, sola, el problema de la violencia.

En los países en que ha funcionado, suele ir acompañada de detallitos como que la policía detenga a los criminales, reformas en prisiones, programas de reinserción y una economía funcional, con empleos y demás.

Para terminar: como se ha repetido, abundan los lectores agresores, los de gatillo fácil. El Che. O Stalin. Mao.

Por lo demás, sí: lean, aunque no los amanse.

POR JULIO PATÁN
COLUMNISTA
@JULIOPATAN09

MAAZ

 

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