ARTICULISTA

Lourdes Grobet

La fotógrafa, considerada una de las más importantes de su generación, falleció el 15 de julio; la lucha libre fue uno de sus grandes temas

OPINIÓN

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Bernardo Noval / Articulista / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

A inicios de este mes, en el Complejo Cultural de los Pinos, la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, entregaron la Medalla de Bellas Artes a una de las fotógrafas más prolíficas y una de las máximas representantes del arte fotográfico de nuestro país: Lourdes Grobet.

Desde niña, la fotógrafa y artista visual, se dio cuenta de que su entendimiento del mundo era a través de los ojos y fue así como decidió entrar a la Universidad Iberoamericana para estudiar la carrera de artes plásticas. En este lugar fue alumna de artistas como Mathias Goeritz, Manuel Felguérez, José Luis Cuevas y Kati Horna. Después de incursionar en la pintura y el dibujo y a su regreso a México tras realizar un viaje a la ciudad de París, la artista decide que su camino de exploración sería la fotografía.

“Quiero, para empezar, dejar claro lo que significa para mí la fotografía. La considero sencillamente un medio de comunicación, un lenguaje, con el cual se hace un registro de la realidad y del tiempo capturado, que debe ponerse al servicio de nuestra sociedad”, aseguraba la fotógrafa, quien forjó una  trayectoria artística por más de cinco décadas

En 1980, Grobet inició una de sus series más famosas: Lucha libre, en la cual documentó tanto las luchas de hombres y mujeres, como la vida social de los luchadores. En aquellos años, fue la única mujer entre los fotógrafos y periodistas que asistía a las arenas donde se llevaba a cabo este deporte y allí descubrió una manifestación de la vida popular, todavía no contaminada por la mirada antropológica. La fotógrafa se adentró tanto en la lucha libre que ella misma comentaba, que pudo conocer a todos los luchadores en sus ámbitos más íntimos, dentro de sus casas o en el seno familiar que acontece en la esfera de lo privado.

Mientras se introducía en el mundo de la lucha libre, Grobet se acercó también al Laboratorio de Teatro Campesino Indígena, un grupo que representaba teatralmente las costumbres indígenas. Su aproximación fue muy peculiar, pues la artista empezó a documentar el trabajo actoral del grupo convirtiéndose en la fotógrafa oficial de los laboratorios que se desarrollaron en Tabasco, Yucatán, Sinaloa, Morelos y Ciudad de México, donde reunió cerca de 25,000 imágenes de este proyecto. Para la fotógrafa “éste trabajo ha sido uno de las experiencias más profundas de mi vida […] He tenido las experiencias más impresionantes de mi vida trabajando con campesinos […] El trabajo del Teatro Campesino me permitió conocer el México rural”.

Además del reconocimiento que Lourdes Grobet recibió en el Complejo Cultural de los Pinos, ese mismo día se presentó el libro Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena. Medio siglo de historia y se inauguró una exposición fotográfica donde se da muestra del trabajo  de la creadora con este grupo comunitario de teatro.

Lourdes Grobet trascendió en vida, pues además de la fotografía, incursionó en la exploración de diversos soportes y lenguajes como la instalación, la acción, el arte-objeto, los medios digitales y el documental.

A unos cuantos días de cumplir 82 años, Lourdes Grobet dejó este mundo. Sin embargo, su trabajo deja una profunda huella, pues no sólo aportó al imaginario de nuestro país, también abrió brecha para las mujeres en el campo artístico.

POR BERNARDO NOVAL
CEO MUST WANTED GROUP
@BERNIENOVAL Y @MUSTWANTEDG

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