Hay una enorme diferencia entre lo urgente y lo importante. En distintas situaciones, nos damos cuenta de ello: trabajo, escuela, atención a la familia, salud, economía, etc. Sin embargo en el ámbito de la política toma gran relevancia, sobretodo, por el impacto y definición que toman los gobiernos cuando se enfrentan a esta disyuntiva y que resulta trascendental para la vida de millones de personas.
En México estamos sumergidos ya en la quinta ola del COVID-19, que está propagándose de manera acelerada, y nos preguntamos si algún día terminará, o si en realidad será parte ya de una nueva normalidad y tendremos que aprender a vivir con ello.
Además, ahora a esos frentes se suma que debemos atender la rampante inflación y nuestra también nueva realidad política que implica andar desde la ficción política, drama, tragicomedia, hasta una especie de concurso de baile que pone atención en una gira de dos días absolutamente intrascendente de López Obrador con el vecino del norte, donde al Presidente de México se le concedieron 45 minutos de atención en la Casa Blanca, minutos que en aquel país pasaron total y absolutamente inadvertidos -como debería ser ante una completa ausencia de contenido- sin embargo en nuestro país se le dio atención como si fuera el roadshow de un rockero, o algo más o menos tipo Johnny Depp entrando y saliendo de los juzgados.
Simplemente surreal. Hasta la manera de irse a apoltronar en los sillones de la oficina oval, tomaron relevancia para los medios nacionales. Justamente, la prensa norteamericana nos dio un gran ejemplo al mostrarnos nítidamente el golpe que puede provocar cuando los medios de comunicación hacen vacío ante lo reducido e irrelevante en contenido de los mensajes y la pobreza de objetivos en la mencionada visita del mandatario mexicano y a cualquier información que se generó y que fue sencillamente irrelevante.
Para Andrés Manuel López Obrador era urgente, claro. Y como tal, ante el escenario nacional y la imposición de su propia agenda, a través de sus dichos que en su mayoría son tan ridículos para un jefe de estado, como el botón a punto de reventar en su traje, o las acusaciones de Layda Sansores -solicitadas por el mismo Presidente de la República- para crear sus cortinas de humo y evadir los asuntos de fondo nos encontramos con otras decisiones que sí son verdaderamente importantes y que es ahí donde deberíamos poner la atención.
Por ejemplo, prepararnos para atender precisamente el COVID-19 y las distintas mutaciones que seguramente vendrán. Atender a los servicios de salud, desde la adquisición de medicamentos de la que tanto se ha hablado, hasta la coordinación internacional y representación en los órganos internacionales.
Dentro de la política internacional, López Obrador ha decidido incidir en Centro y Sudamerica con inversión económica y política para crear un nuevo espacio para México, abandonado los últimos sexenios por lo que él llama el neoliberalismo, e intentando jugar con ese capital en dos sentidos: en contrarrestar a los Estados Unidos de manera sutil y con el puño izquierdo, como lo hizo en la Cumbre de las Américas, y para profundizar su influencia popular con una parte del sector que lo hizo obtener el triunfo en 2018. Si bien esta política tiene un efecto predominante en la narrativa y el discurso, que para López Obrador es verdaderamente urgente en su lógica del show mediático, la realidad es que podría convertirlo fácil y rápidamente en algo importante que realmente le aporte a la comunidad y a nuestro país. Me refiero a la Organización Panamericana de la Salud y la elección que se dará en los próximos meses.
México, ha encontrado en un grupo de funcionarios de larga trayectoria una de las curiosas fortalezas que dentro del mar de mediocridad existente son un alivio y realmente pudieran ser lo que salve a este sexenio. Ejemplos como Martha Bárcena o Agustín Carstens, cada uno con la experiencia en su materia manifiestan lo importante que son su opiniones, políticas e incidencia, que otorgan claridad a México y al mundo sobre lo que ocurre en distintos planos.
Ahora se suma también Nadine Gasman, quien fue presentada por el canciller Marcelo Ebrard para dirigir la Organización Panamericana de la Salud, que es la organización más antigua en materia de salud, y que alrededor del COVID y distintas enfermedades se ha quedado corto, sobre todo ante la creación de políticas internas sin lineamientos sólidos y órganos reguladores a lo largo y ancho del continente.
Este asunto si es importante y además urgente, y debería generar prioridad en los objetivos de nuestra nación, porque de inicio, por primera vez la narrativa pudiera pasar a ser una realidad si el gobierno capitaliza por un lado la inversión económica que se ha realizado en centroamérica y si toda esa narrativa se convierte en el fortalecimiento y guía de una política real en materia de coordinación en materia de salud en el continente.
Nuestro país no ha liderado esa materia desde hace más de 30 años, y hoy existen candidatos de Argentina, Brasil, Chile, entre otros, que generan una condición inmejorable por la división en la elección -la candidatura se resuelve por mayoría en el seno del organismo- que esto genera en el sur del continente y en consecuencia la necesidad de una menor cantidad de votos y un mayor espacio para la habilidad política.
Sí, es necesario que se hable de otra forma en el marco internacional y sobretodo que se empiece a tener contenido y seriedad al abordar temas sensibles para la población. Es urgente e importante que el Presidente de la República evite seguir en esa línea de simulación discursiva cuando en realidad sí existen oportunidades para mostrar otra cara, o cuando menos transmitir la idea de que en verdad le interesa y tiene capacidad para gobernar y que verdaderamente sí entiende para que sirve el poder, porque el estado permanente de su cotidiano show teatral no durará para siempre, con mayor razón cuando cada día que transcurre es un día menos para que su sexenio termine y por ende el presidencialismo que modeló y ejecutó quedará en manos de alguien más.
Y no es pregunta.
POR MARTHA GUTIÉRREZ
ANALISTA EN COMUNICACIÓN POLÍTICA
@MARTHAGTZ
MAAZ