Yo no, bueno no del todo. No con la suficiente fuerza, y es que no es fácil. Supongo que en cada caso hay motivos muy particulares, pero pienso que otros son comunes, es decir nos pasa a todas.
Justo el otro día tomé el Metrobús y de pronto puse atención al vagón de adelante. Era rosa e iban puras mujeres. ¡Que mal! Pensé yo, que mal que esa tenga que ser la medida. Aislar a las mujeres para protegerlas, por que educar a algunos hombres en el respeto no ha sido posible.
Claro que lo entiendo, entiendo que ante el riesgo de ser manoseadas, acosadas, de que froten su miembro contra nuestro cuerpo, las mujeres prefieran asilarse para protegerse, pero ojalá pudiera ser de otra forma.
Entonces me puse a reflexionar. Creo que, entre otras cosas, parte del problema es que cuando una mujer es atacada sexualmente (o de alguna otra forma, pero quiero centrarme hoy en lo sexual) es señalada. Nosotras mismas nos sentimos dañadas, lastimadas y vulnerables ante el ataque sexual sufrido y ante posibles futuros ataques.
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No a la revictimización ni culpabilidad de las mujeres
Recuerdo que cuando estaba en la prepa iban chavos a darnos conferencias sobre cómo habían caído en las drogas y cómo habían salido de ellas. Recuerdo que la sensación al final de la plática era de admiración por su lucha, esfuerzo y éxito para salir delante de tan terrible situación.
Y recuerdo que me preguntaba ¿por qué no vienen también chavos y chavas víctimas de abuso sexual a hablarnos de cómo cuidarnos, de cómo protegernos y de qué hacer si te pasa algo así?
Claro que me lo preguntaba porque yo había sido víctima de abuso sexual a los 12 años y no sabía qué hacer al respecto, a pesar de que ya habían pasado varios años.
Pensaba, estos chavos son escuchados como héroes por haber salido adelante. Una víctima de abuso sexual es vista como víctima, en el mejor de los casos, una persona débil a quien cualquiera puede, usar, maltratar, pisotear o como culpable; en el peor de los casos, la mujer lo provocó.
¿Qué hiciste, qué traías puesto? Preguntas acusatorias que nos confunden y nos hacen sentir culpables, sucias, indignas, asustadas, desorientadas, etc.
Así que mientras veía el vagón rosa del metrobús reflexionaba: si un tipo manosea, se le arrima, le hace algo sexual a una chava, normalmente ella se aleja indignada, pero en silencio.
Porque si dice algo, las miradas van a recaer en ella, qué le hizo, qué le pasó, ella es señalada. Ante algunos ojos ella queda manchada (a veces literalmente por el semen). ¿Por qué no volteamos todos la mirada contra él?
¿Qué le hizo ese imbécil? ¿Por qué no nos unimos contra los agresores, los señalamos, los exponemos, los condenamos para que quien viva la vergüenza del evento no sea la víctima, sino el acosador, el abusador, el agresor y que el reproche comunitario les hagan sentir vergüenza y los obligue a pagar por su delito, porque es un delito.
Ser víctima de abuso sexual es algo profundamente doloroso y complejo y si escribo sobre el tema es porque creo que puede llegar a marcar a las víctimas y que leer todo lo que genera puede ser reparador para quien pueda llegar a leer este artículo y los siguientes que escribiré al respecto.
Creo que como sociedad somos demasiado laxos con los agresores. Así que también es un llamado para que seamos menos tolerantes a la hora de pedirles cuentas de sus indignos y violentos actos.
Por: Laura Elena Gerdingh
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