MISIÓN ESPECIAL

Jesuitas en Chihuahua

No podemos seguir indiferentes al aumento de la violencia sin sentido en nuestro país

OPINIÓN

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Martha Bárcena Coqui / Misión Especial / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El asesinato de los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín César Mora, dentro del templo de Cerocahui, en Chihuahua debe marcar un ¡basta ya!

Las versiones señalan que el asesino ingresó a la iglesia persiguiendo a un herido. 

Los sacerdotes corrieron a auxiliarlo, y el agresor, embrutecido, los asesinó y se llevó sus cadáveres. 

El crimen hace evidente la absoluta falta de respeto a las personas e instituciones hasta ahora intocables, como los sacerdotes jesuitas respetados en la zona; la impunidad, porque nadie se atreve a entrar a una iglesia a asesinar personas y sacerdotes si sabe que va a ser castigado; el embrutecimiento de los sicarios con drogas y alcohol y la penetración del crimen organizado en el país. 

La iglesia de Cerocahui fue construida en el año 1680. 

De acuerdo con la investigadora Esperanza Penagos Belman, los jesuitas llegaron a Nueva Vizcaya, hoy Chihuahua, en 1564. La región se conoció inicialmente con el nombre de “Tierra Adentro”, que daría nombre al Camino Real que iba desde la Ciudad de México hasta Santa Fe, Nuevo México. 

Dos órdenes religiosas establecieron misiones en la zona: los franciscanos y los jesuitas. 

Éstos, según Penagos Belman, penetraron por dos frentes: el primero, por el occidente de lo que hoy es Chihuahua, y su frontera con el estado de Sinaloa. 

El segundo, vía el sur del estado, colindante con el actual Durango.

De acuerdo con la experta, la fundación de los pueblos por parte de los jesuitas “debía responder a la invitación del grupo que vivía en lugar”. 

Las primeras misiones jesuitas se establecieron a partir de 1604, se expandieron por la Alta Tarahumara y la Baja Tarahumara y sufrieron un constante rechazo de los tarahumaras, por la concentración en centros de población sedentarios, llamados “reducciones”. 

Posteriormente, los jesuitas dejaron de presionar a los tarahumaras y les alentaron a conservar su independencia y modo de vida tradicional y nómada.

De acuerdo con Misiones Coloniales, los jesuitas fundaron en Chihuahua –el estado con mayor número de misiones en México– casi 200 pueblos. Hoy se localizan aún 168 misiones. 

Se estima que alrededor de 500 misioneros jesuitas se establecieron en la zona, hasta que fueron expulsados de la Nueva España por Carlos III, en 1767. 

Los jesuitas trabajan desde hace años con y para las comunidades indígenas de la Sierra Tarahumara. 

Son respetados y queridos en la zona. La defensa de los derechos humanos, de la tierra de los habitantes de la región, la protección del medio ambiente y la condena del crimen organizado han sido sus prioridades. 

Me sumo a la enérgica condena del asesinato de los sacerdotes jesuitas, y a la exigencia de justicia. Justicia que implica respeto a la ley, fin de la impunidad y la erradicación de las condiciones de violencia, pobreza y olvido que caracterizan a la Sierra Tarahumara.

POR MARTHA BÁRCENA COQUI
EMBAJADORA EMINENTE
MARTHA.BARCENA@ELHERALDODEMEXICO.COM 
@MARTHA_BARCENA

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