Recién acabamos de celebrar el día de las madres. Una fecha de relevancia para todos. En nuestra cultura, el rol de las madres es piedra angular de la familia; es ese pegamento que permite que la estructura de la sociedad no se venga abajo. Y creo que, precisamente por eso, existen cuentas pendientes respecto a sus derechos.
Pese a que se les valora como lo más preciado y existe toda una suerte de devoción por la figura de la madre, en nuestro país es poco o casi inexistente el andamiaje institucional dedicado a protegerlas y a garantizarles una vida digna. Y esto tiene que ver con una falla estructural de nuestra sociedad, que históricamente ha rebajado a las mujeres a ciudadanas de segunda o tercera categoría, negándoles derechos y garantías individuales básicas.
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Creo que más allá de una fecha de celebración en el calendario, en este país debemos trabajar por consolidar mecanismos que les garanticen, a las madres y a las mujeres en general, el acceso a una vida digna y con posibilidades de desarrollo. En un país lastrado por la violencia criminal y el desplazamiento de personas y comunidades enteras por ese mismo cáncer, las mujeres son las principales afectadas y existen muy pocas garantías para ellas.
Pérdida de hijos, hijas, esposos… las madres de este país tienen que enfrentar verdaderos viacrucis en su día a día para sobrevivir. A esto hay que agregar que muchas de ellas no cuentan con los recursos necesarios para poder darle lo necesario a sus familias, y muy pocas empresas en el país cuentan con políticas de maternidad y paternidad que les permitan a madres y padres compartir tareas de manera equitativa.
Carecemos de políticas públicas orientadas a apoyar la difícil tarea de la crianza de los hijos y el desarrollo de la vida personal y profesional de una mujer: general - mente ellas tienen que dejar a un lado proyectos personales en aras de educar y formar a los hijos. Formar una familia es una tarea compartida.
Y esa filosofía debería estar plasmada en leyes, instituciones y política pública, porque la labor de formar a un ser humano no es nada sencilla, y el hecho de ser madre implica un enorme esfuerzo y dedicación por parte de las mujeres, por ello deben existir mecanismos que les permiten desahogar un poco esa enorme responsabilidad.
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Por otro lado, como sociedad, tenemos que ser más empáticos con nuestras madres y esposas. Trabajar de la mano con ellas en el hogar y en la vida diaria, porque los cambios no sólo se gestan desde el aparato institucional, nuestras acciones y hábitos cotidianos también son fundamentales para que nuestra vida en familia sea más equitativa.
Qué bien que exista un día para celebrar a las madres. Pero hagamos algo más y trabajemos para mejorar su vida y la de todos.
POR JAVIER GARCÍA BEJOS
COLABORADOR
@JGARCIABEJOS
MAAZ