La recuperación en el sector automotor de México está empezando a manifestar algunos signos de recuperación, pero es un fenómeno completamente dispar y con irregularidades en el futuro cercano, por lo que puede verse en las cifras difundidas ayer por el Inegi y la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA). Veamos los datos.
Un dato que preocupó ayer a muchos fue la caída de 6.58 por ciento en producción de autos en el país en abril. No obstante, hay que ver con cautela la cifra, porque está compuesta por caídas pronunciadas en empresas que están reacondicionando sus plantas productivas para relanzarlas como potentes fábricas de vehículos eléctricos y de novedosos modelos en los siguientes meses.
Ese podría ser el caso de General Motors, Mazda y Nissan. Las tres empresas arrojaron caídas de 35 por ciento, 49 por ciento y 12 por ciento, respectivamente. Mirando esas cifras en frío, se podría pensar que se trata de un descalabro monumental en la producción en abril.
No obstante, las tres empresas han hecho públicos sus ambiciosos planes para México a partir de este año.
General Motors, que encabeza Francisco Garza, está en plena transformación de su planta más importante, la de Ramos Arizpe, en Coahuila; para empezar la producción de eléctricos en 2023. A su vez, Mazda, que encabeza Miguel Barbeyto, anunció desde febrero pasado que su planta de Salamanca, Guanajuato, manufacturará el SUV CX-3, con lo que esa fábrica está auxiliando al ecosistema productivo de la japonesa para adaptar y reconvertir otros talleres en Japón.
A su vez, otra japonesa, Nissan, encabezada por José Román, reafirmó la semana pasada en la Feria de San Marcos, Aguascalientes, que su empresa está destinando 700 millones de dólares para mejorar instalaciones, reequipar y realizar desarrollos enfocados en la automatización de los vehículos.
Pareciera que la crisis de los semiconductores y los ajustes globales logísticos detonaron una reconfiguración completa de la planta automotriz mundial, inspirada en la descarbonización masiva de la movilidad, que es la tendencia número uno de la industria.
Esto derivó en que muchas empresas estén adaptando sus plantas exactamente al mismo tiempo, lo que implica que deben pausar su producción, mientras las factorías son transformadas para la oleada que vendrá de vehículos eléctricos.
Si bien, las ventas de autos acumulan una caída de 2.40 por ciento en el mercado nacional en lo que va del año, la producción lleva un aumento de 0.94 por ciento, mientras las exportaciones apenas han caído 0.64 por ciento.
No son cifras que ya podamos festejar, pero es importante poner en contexto la transformación completa de la industria para comprender los fenómenos que atraviesa y vislumbrar las avenidas estratégicas que tomará en el futuro próximo. Ya no falta tanto.
POR CARLOS MOTA
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