La Encerrona

Tirios y troyanos

En este sentido, las preferencias políticas casi se han convertido en un “juego de suma cero”, es decir, lo que gana uno lo pierde el otro, o dicho de otra manera, “estás conmigo o en contra mía”

Tirios y troyanos
Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

"La naturaleza de los pueblos es muy poco constante: resulta fácil convencerles de una cosa, pero es difícil mantenerlos convencidos” Nicolás Maquiavelo.

El fenómeno de la polarización política es un fantasma que recorre el mundo. Durante este nuevo siglo hemos podido observar el avance de las expresiones políticas tiradas a los extremos del cartesiano político, a la derecha, partidos como Vox en España, Movimiento 5 Estrellas en Italia o personajes radicales dentro de partidos no extremistas como LePen en Francia o Donald Trump en el partido Republicano estadounidense o Bolsonaro en el Partido Liberal en Brasil y por la izquierda podríamos colocar a la baraja latinoamericana -desde el Bravo hasta la Patagonia (exceptuado por Colombia y Brasil)-, Antonio Costa del Partido Socialista en Portugal e incluso algunos colocan a Íñigo Errejón, fundador de Podemos y actual diputado en España.

En este sentido, las preferencias políticas casi se han convertido en un “juego de suma cero”, es decir, lo que gana uno lo pierde el otro, o dicho de otra manera, “estás conmigo o en contra mía”. Esta polarización evidentemente complejiza aún más la toma de decisiones del electorado, pues las motivaciones por votar por algún partido o candidato/a ya no pasan por el cedazo del raciocinio, sino por cuestiones que tienen que ver más con las vísceras, por el enojo o por el hecho de que te caiga bien o mal, tal o cual partido.

De tal manera que dichas inclinaciones políticas-partidistas convierten a la sociedad en una especie de porristas, “le voy a un equipo y, por ende, odio al adversario”, pro Real Madrid, anti Barcelona FC, pro América, anti Chivas, por ejemplificar. Para dejar constancia de lo anterior, la casa encuestadora IPSOS realizó un estudio a nivel global respecto a la polarización política en el año 2018, donde el 59 % de los encuestados señalaba que (la percepción) de su país es que se encontraba mucho más dividido que diez años atrás, porcentaje que en España (77 %), Italia (73 %) y Estados Unidos (67 %) presentaban incrementos importantes.

La situación en nuestro país parece no ser distinta. En años con comicios electorales esta polarización se incrementa (sobre todo en presidenciales), siendo las elecciones de los años 2000 y 2018 donde las preferencias electorales se radicalizaron en el entramado de “cambio o continuidad”, “prevalencia del status quo o voto antisistema”. Asimismo, para las elecciones estatales del junio pasado, los comicios se presentaron (dicho en las campañas) como una jornada electoral plebiscitaria, votar a favor o en contra de López Obrador y su partido, en las 6 elecciones programadas para el año en curso no será distinto y -obviamente- aún más en la consulta popular.

Quizá lo más preocupante sea que la polarización de candidatos o partidos políticos ha permeado en las entrañas de la sociedad y se quiera/tenga que tomar bandos entre “fifís y chairos”, liberales y conservadores, “loretistas” y “pejistas”, tirios y troyanos. Debemos de entender que en política, los posicionamientos radicales solo le hacen daño a la vida democrática, ya que no deja lugar a los argumentos y sí a los arrebatos ad hominem; nublan la visión de un mejor país donde quepamos todos y todas y dejan fuera cualquier espacio para los consensos. Como ciudadanos debemos -volver al centro- y exigir a la clase política dejar los discursos y acciones polarizantes.

POR ADRIANA SARUR
ADRIANASARUR@HOTMAIL.COM
@ASARUR

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