DOMINIO PÚBLICO

Prometer no empobrece

Del dicho al hecho hay mucho trecho... Una de las promesas de campaña de AMLO fue no aumentar la deuda pública y no ha cumplido.

OPINIÓN

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Dominio Público.Carlos Allende / Dominio Público XXII / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La retórica y el discurso del ciudadano presidente de la República es de sus más grandes cualidades. Queda clarísimo que siempre ha sido un gran orador estando en la plaza pública más remota o en el Zócalo frente a 200 mil personas, Andrés sabe perfectamente qué decir y cómo decirlo para sacar el aplauso estruendoso, la ovación ensordecedora.

La arenga es lo suyo. Siendo candidato, todo se permite. Es el momento de hacer promesas que convenzan al electorado. El momento de la verdad viene cuando se gana la elección y se toma posesión del cargo.

Es claro que al presidente se le da hacer promesas, pero lo que nos importa a los ciudadanos es que se cumplan. Hoy se sabe que hay dos promesas clave que su gobierno no ha cumplido ni por asomo: el crecimiento económico y la deuda pública.

Antes de iniciar su sexenio, Andrés prometió un crecimiento promedio de 4% anual. Lo repitió varias veces en campaña, lo dijo en julio de 2018 (ya que había ganado la elección) durante una reunión con el Consejo Mexicano de Negocios. En descargo de su defensa, nadie vio venir la pandemia ni el impacto que tendría.

Dicho eso, el primer año completo de su administración, sin Covid ni algún otro cataclismo, tuvo un decrecimiento de 0.1% anual. En 2020, por la pandemia, fue el mayor decrecimiento en 90 años. Los datos preliminares del INEGI para 2021 ponen el crecimiento en 5%, lo cual es un pésimo resultado considerando el tropezón que fue 2020.

Con ese cálculo no podemos hablar honestamente de una recuperación. Es apenas un mini rebote completamente natural. Para hablar de un rebote tuvimos que haber crecido entre 8-9% el año pasado, cosa que no pasó. Andrés, en su filosofía de que prometer no empobrece, en noviembre y diciembre del año pasado siguió reiterando su pronóstico (que en realidad es un deseo) de crecer 6% en 2021.

El señor es la persona más poderosa de este país con la mayor y mejor calidad de información, en teoría. Con todo y todo, le falló por un punto porcentual completo. Se veía venir y el presidente se montó en su macho. La realidad termina por imponerse.

Igual con la deuda pública. Entiendo el trauma generacional que existe en la cultura mexicana con la deuda del gobierno. Las aberrantes administraciones de Luis Echeverría y José López Portillo llevaron la deuda externa de México de $4 mil millones de dólares con Díaz Ordaz hasta $83 mil millones de dólares al final del sexenio de aquel que llegara al llanto en su Sexto Informe.

Ese manejo tan irresponsable de las finanzas públicas llevó a años de crisis. El trauma está justificado, pero los traumas se superan. Tenemos que trabajar en superar este. Tener deuda no es malo. Hay países con más del 100% de su PIB en deuda. Lo que es importante es tener lo suficiente para pagar la deuda y usar el dinero que te presten para fines productivos.

Sobre esto, sabiendo el trauma que es el tema de la deuda pública, Andrés prometió no aumentarla. Lo dijo en su discurso el 1 de diciembre de 2018, y está plasmado en el número 32 del documento detallando sus 100 compromisos. La realidad es otra.

Según datos de su Secretaría de Hacienda, este gobierno recibió $8 billones de pesos. Hoy, 3 años después, el saldo de la deuda pública es de $10.4 billones de pesos. De nuevo, no estoy criticando el uso de financiamiento para un gobierno, lo que pretendo criticar es que se diga una cosa y la realidad sea otra. Sólo eso. Prometer no empobrece, cumplir es lo que aniquila.