MALOS MODOS

La FIL y el presidente

La Feria del Libro de Guadalajara, la FIL, no es, por supuesto, conservadora

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La Feria del Libro de Guadalajara, la FIL, no es, por supuesto, conservadora. Tampoco es neoliberal, panista o priista. Por fortuna, eso sí, tampoco es chaira. Es un poco de todo eso, lo que tal vez la vuelva un espacio rotundamente liberal, en el sentido de que admite todas las voces y, como se tiene que hacer, las pone a discutir, al menos a veces.

Por eso, por ese temple liberal; porque todo mundo cabe; porque lo más grave que puede pasar es que Peña Nieto haga un oso y ese oso se le recuerde para siempre; porque no hay violencias ni, en realidad, abucheos excesivos, es que es y será siempre inadmisible para una persona como nuestro presidente, que el otro día se refirió a ella como a eso, un “foro del conservadurismo”, luego de que abuchearon a Patricia Armendáriz por andarlo defendiendo. 

Por la FIL han pasado los moneros de La Jornada para matarnos de hueva, Carmen Aristegui cuando todavía era querida por la chairiza, por supuesto, y con éxito, Paco Taibo, Fabrizio Mejía y tres que cuatro o que quince funcionarios del cuatroteísmo, que han compartido espacio con Vargas Llosa, Pérez Reverte, Krauze o Aguilar Camín, igual que pasaron antes por ahí Pitol, Monsiváis o Fuentes. La razón es que no hay una feria más importante si de convocatoria se trata, y me refiero a México y al lugar que quieran.

La FIL es una feria para los negocios, y una feria importante en ese sentido. Pero, en mucha mayor medida, es una feria ciudadana, al margen de grillas y luchas de poder. Es una feria donde se habla con libertad, como sabemos todos, en la que, para no ir más lejos, este año está programado Lorenzo Meyer, al que vimos por ahí varias veces antes, cuando era elemental pero no francamente bochornoso, y fue homenajeada Elena Poniatowska. Es una feria que vende libros a la ciudadanía y ofrece presentaciones abiertas para quien llegue temprano a escucharlas.

Una feria multitudinaria y festiva, que, eso sí, te expone como escritor o presentador al libre ejercicio de la interpelación crítica. Este año, otra vez, luego del impasse de la pandemia y de otro año, el pasado, con entendibles restricciones de aforo, la FIL fue un éxito por la mucha gente que se dejó caer y por los muy buenos autores y sobre todo autoras que la visitaron. Irene Vallejo y Rosa Montero, por ejemplo.  

Por todo lo anterior, es normal que la FIL no le guste al presidente de las marchas mayor gloria y la monopolización del micrófono. Porque el presidente, en realidad, sabe que presentarse ahí, a pecho descubierto, al intercambio de ideas, requiere valor. Vaya: porque sabe que una de las pocas personas del país que no podrían presentarse en la FIL es él, el del monólogo. Comentario final para que se arda la comentocracia chaira: lo pagó caro, como decía, pero Enrique Peña Nieto sí se atrevió a presentarse. 

POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09

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