Las maestras y maestros no son expertos en presupuesto público, no tienen que serlo ni se lo podemos pedir, pero son ellas y ellos quienes deben operar las escuelas con los recursos disponibles y con las carencias recurrentes.
No son expertas en presupuesto, pero sí notan los efectos de lo que sucede con el dinero público que debería llegar a cada una de las 228 mil escuelas del país para poder garantizar el derecho a aprender de niñas, niños y jóvenes.
No son expertos en presupuesto, pero tienen claro que el dinero no llega, y si llega, no es suficiente; no llega a las escuelas que más lo necesitan, y si llega, no se destina al aprendizaje. Veamos cada punto:
El dinero no llega: a pesar de un aparente aumento en el gasto educativo, la realidad es que para 2023 habrá disminución en programas educativos, se gasta menos porcentaje del gasto total y no se hace el ajuste de la inflación, es decir: llega menos dinero a las escuelas.
Llega, pero no es suficiente: las necesidades de las escuelas son históricas, las partidas que se le han asignado para infraestructura, mobiliario, incluso limpieza no alcanza para mantener el espacio físico de manera óptima para que sean verdaderos centros de aprendizaje. Las familias deben contribuir -aunque no se supone que deban hacerlo- incluso con la conexión a internet.
No llega a las escuelas que más lo necesitan: El reparto del gasto educativo no es equitativo, las escuelas en zonas marginadas suelen ser las que tienen mayores carencias, no cuentan con baños y ni siquiera pueden aspirar a salas de cómputo. A cambio, las escuelas urbanas suelen recibir partidas mayores, lo cual no es negativo, pero amplía la brecha entre estudiantes con mayores posibilidades económicas y sus pares que menos tienen.
Llega, pero no se destina al aprendizaje: La Escuela es Nuestra (LEEN) es un programa dirigido a la infraestructura, no al aprendizaje. No está mal otorgar recursos al mejoramiento de las escuelas; como ya dijimos es necesario, pero se requieren recursos de manera prioritaria para el aprendizaje. Al suprimir la jornada ampliada hay menos inversión para la atención de rezago y para brindar aprendizaje integral para todas y todos. LEEN se queda corto en este aspecto a pesar de que para 2023 se destinarán 24 mil millones de pesos; el problema es que la decisión de invertir más horas de aprendizaje es discrecional y depende de cada comité escolar; no sirve de nada mejorar los ladrillos si las y los estudiantes no aprenden lo que quieren y necesitan.
Las maestras y maestros no son expertos en presupuesto, ni deben serlo, pero son quienes afrontan las carencias en las escuelas, son quienes deben remontar el olvido en el que tenemos la educación, a veces incluso con recursos propios. El presupuesto muestra donde están las prioridades que tenemos como sociedad y es claro que para 2023 no están en el derecho a aprender.
POR LAURA RAMÍREZ
DIRECTORA DE ACTIVACIÓN EN MEXICANOS PRIMERO
@LAURAMI0316
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