Columna Invitada

CDMX, capital latinoamericana de la diplomacia científica

Como ejemplo, el pasado 11 de octubre, la capital mexicana y Barcelona firmaron un acuerdo de cooperación en ciencia, tecnología e innovación

CDMX, capital latinoamericana de la diplomacia científica
Alexis Roig / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

La redefinición de los desafíos mundiales como el cambio climático, la salud global o el impacto de la inteligencia artificial en los derechos humanos, han hecho de la ciencia y la tecnología, instrumentos que son estratégicos en el ámbito de los asuntos
exteriores.

Los valores científicos, tales como la racionalidad y la transparencia contribuyen a mejorar la gobernanza global y a generar confianza entre naciones.

El soft power de la ciencia estimula la participación y el libre intercambio de ideas, contribuyendo así al progreso y la paz.

Por eso, la diplomacia científica importa. Entendida como el uso de la ciencia y la tecnología para potenciar objetivos diplomáticos, de un lado, y el uso de la acción diplomática para potenciar el progreso científico y tecnológico, del otro, la diplomacia científica emerge de manera imparable por todo el mundo.

Sin embargo, la diplomacia científica no es patrimonio exclusivo de los estados.
En las últimas décadas, hemos presenciado cómo las ciudades se han posicionado como el epicentro de los principales desarrollos científicos y tecnológicos y como un actor primordial en la implementación de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.

Las grandes ciudades globales son hoy potencias políticas y grandes polos de generación de riqueza, talento y conocimiento, de tal modo que han redibujado la escena internacional, convirtiéndose en influyentes actores geopolíticos.

Es el momento de la diplomacia científica liderada por las ciudades.

En 2018, Barcelona se convirtió en la primera ciudad del mundo en desplegar su diplomacia científica.

En un proyecto de colaboración público-privada y de vocación internacional, los principales actores de la ciudad se conjuraron para posicionar a Barcelona, en España, como la capital mundial que hiciera de su ciencia y tecnología un bien público global.

Desde entonces, urbes como Boston, Londres, Ginebra o Shanghái han acompañado a Barcelona en esta aventura; posicionándose internacionalmente como laboratorios para solucionar retos que responden a una lógica global, pero se manifiestan localmente.

En un ejemplo pionero de diplomacia científica entre ciudades, el pasado 11 de octubre, la Ciudad de México y Barcelona firmaron un acuerdo de cooperación en las materias de ciencia, tecnología e innovación, con el objetivo de afianzar las relaciones entre las instituciones del conocimiento de ambas ciudades.

En el marco de este acuerdo, se anunció el próximo lanzamiento, en 2023, del Centro de Diplomacia Científica para Iberoamérica
Tendrá como sede la Ciudad de México y trabajará para el impulso de esta disciplina en la región iberoamericana; además coordinará iniciativas en más de 20 países en los ámbitos de la capacitación e investigación en diplomacia científica.

La fortaleza de sus instituciones científicas y su vocación global, junto a este flamante anuncio, sitúan, sin duda alguna, al centro de la República Mexicana como la capital latinoamericana de la diplomacia científica.

POR ALEXIS ROIG
CEO de SciTech DiploHub
@alexisroig

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