ANECDATARIO

"Renuncias costosas"

Me da que Novak Djokovic acaba de enfrentarse al contrincante más rudo que pudo encontrar jamás: ¡Él mismo!

OPINIÓN

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Atala Sarmiento / AnecdATArio / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: FOTO: Especial

Siempre estamos a una decisión de distancia de acercarnos a un destino elegido, simplemente porque, como dice el lema, elegir es renunciar.

En el melodrama acontecido con el caso del tenista serbio Novak Djokovic en el Abierto de Australia ha quedado clarísimo cómo funciona esta consigna.

Y es que además no podemos pretender que nuestras decisiones no tengan ningún tipo de consecuencias ¡Las tiene! Tanto positivas como negativas.

El ahora apodado Novac, sin “K” -en alusión a su postura anti vacunas- fue de decisión en decisión desde antes de pisar suelo australiano sin querer hacerse responsable de sus respectivas derivaciones, jugando -quizá- su carta de estrella del deporte blanco y pensando que gracias a su grandeza en las canchas se le otorgarían ciertas exenciones migratorias o tratos privilegiados.

Sin embargo después de 11 días de debates migratorios, el gobierno Australiano decidió de forma unánime retirar la visa al tenista y deportarlo a su país de origen.

Dicha resolución no solo tuvo un gran peso presente para Djokovic, en los próximos 3 años podría enfrentarse a una prohibición para entrar al país.

El campeón mundial no solo entró sin estar vacunado contra la COVID-19, mintió en su declaración migratoria, violando las leyes del país huésped, convirtiéndose así, bajo el criterio de las autoridades, en un tema de seguridad nacional por la probabilidad de alentar el sentimiento anti vacunas y conducir a un aumento de los disturbios civiles en un país que ha luchado estrictamente por controlar la pandemia.

El tenista está en todo su derecho de elegir sobre su cuerpo y no ponerse la vacuna. En ese sentido Australia está en la misma posición sobre no permitirle la entrada a cualquier ciudadano que no cumpla con sus leyes, sin importar a qué se dedica profesionalmente ni cuántos títulos mundiales ha cosechado.

Djokovic es un tenista que conoce las reglas en la arcilla y las cumple, pero se le olvida que fuera de ella también hay reglas de un juego llamado vida que comparte con miles de millones de humanos en todo el mundo.

Se le olvida que es un líder y un referente para sus admiradores. Y para que nadie ponga en duda esto, En Serbia, su país natal, solo el 48% de la población está vacunada. Lo supera incluso Bangladesh con toda su pobreza.

Su calidad deportiva ya la tenemos clara todos. Ahora puso de manifiesto también su calidad humana que, por lo visto, no está al mismo nivel de la profesional.

Me da que Djokovic acaba de enfrentarse al contrincante más rudo que pudo encontrar jamás: ¡Él mismo!

Defender su postura no lo convierte en un mártir de la vida libre en el nuevo orden mundial. Es un humano que ha decidido ejercer su derecho a un precio ruinoso: renunciar a batir su propio récord y defender su trono.

POR ATALA SARMIENTO
COLUMNAS.ESCENA@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@ATASARMI

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