COLUMNA INVITADA

Soluciones humanas a problemas humanos

La adopción se concibe como un acontecimiento transparente, profundamente humano y solidario

OPINIÓN

·
Paz Fernández Cueto/ Colaboradora/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Algo de los que podemos estar orgullosos son los logros obtenidos en el tema de adopción. Tuvieron que pasar años para encontrar la solución jurídica adecuada y contar con el apoyo de las autoridades, hasta lograr la figura de adopción plena por la cual, el hijo adoptado, tiene absolutamente los mismos derechos, reconocimientos y prerrogativas en la ley, que el hijo biológico. La adopción, - signo progresista de nuestra cultura -, se logró gracias a la firmeza de corazones grandes empeñados en dar soluciones humanas a problemas humanos. 

No ha sido sencillo este proceso. Cuantas parejas, por razones de infertilidad, han experimentado el drama del hijo que nunca llega y la tristeza de una paternidad o maternidad frustrada, dispuestos conseguir un hijo a costa de lo que sea. En este empeño, son frecuentemente explotados, víctimas de todo tipo de abusos e irregularidades que no es momento de enumerar. Hoy contamos con instancias profesionales que entienden que la adopción, no puede reducirse a un gesto altruista, ni mucho menos constituir un acto de comercio. El hijo es siempre un don, un regalo gratuito, algo inmerecido que jamás podrá comprarse ni exigirse como un derecho.

La adopción se concibe como un acontecimiento transparente, profundamente humano y solidario. Es una alternativa para las mujeres frente al drama del hijo no deseado, evitando que, por la angustia, desesperación, o el abandono de que son víctimas, caigan en la trampa de quienes presentan el aborto como una solución. Ninguna mujer quiere abortar. Algunas acuden a él engañadas por la visión mezquina de quienes, - sin escrúpulos -, lucran con su dolor. Personas miopes incapaces de ofrecer un camino mejor. Hace varios años, estando aún incipiente la cultura de la adopción, me topé sin buscarlo, con el drama de una de estas mujeres, una adolescente que se quejaba en la calle a punto de dar a luz. Opté por llevarla a la clínica más cercana. Apenas llegamos a tiempo, a los pocos minutos salieron a avisarme que había nacido un niño, un gordo muy sano de casi cuatro kilos. Intenté felicitarla cuando se me soltó llorando, estaba angustiada, sin saber que hacer. Fue entonces cuando le hablamos de adopción.  

Llegó la madre Keller, una monja de origen inglés que tenía una casa hogar en la colonia San Pedro de Los Pinos y ocasionalmente daba niños en adopción. Mujer dinámica, alegre, altamente ejecutiva, acostumbrada a encontrar soluciones prácticas a los problemas. Los niños y las niñas que salían de su institución, - para casarse o para mantenerse con un trabajo estable -, la querían como a una verdadera madre. La vi llegar feliz y de prisa con la ropita del bebé en sus manos, mientras nos preguntaba: Donde está el rey de este hospital..., porque va a ser un rey, una familia lo está esperando con ilusión. Entró con la mamá a firmar unos papeles. La madre Keller se llevó al bebé mientras la joven se apresuró a salir, le ofrecí llevarla a su casa. Vivía en la periferia de la ciudad en un pedregal arriba del Ajusco, dentro de un asentamiento irregular que carecía de los más mínimos servicios. Se quedó feliz, relajada, con la mirada limpia y tranquila. Se le veía ligera mientras trepaba entre piedras hasta llegar a su casa, parecía que le habían quitado un gran peso de encima. La comprendí a ella y entendí la adopción.

Desde entonces no dejo de admirarme por la enorme capacidad de amar que descubro en tantos padres adoptivos, y siento un gran respeto hacia esas mujeres valientes, de ánimo grande y generoso, que optan por dar a sus hijos semejante oportunidad. Felicito a esas instituciones que se han dado a la tarea de orientar y apoyar, de manera profesional, a tantas mujeres que con la frente en alto han optado por seguir viviendo, sin quitar a otros la oportunidad de vivir.

Dar familia a una vida y dar vida a una familia es el concepto moderno que promueven  instituciones como, Vifac, Yoliguani, Irma y muchas más,  la respuesta que abre horizontes de esperanza a miles de niños y niñas no nacidos, compromiso solidario de toda sociedad sensible ante la realidad del ser humano. Dar familia a una vida, es encontrar soluciones humanas a problemas humanos, es garantizarle al niño uno de sus primeros y más básicos derechos: el espacio privilegiado para nacer, crecer, vivir y morir como persona, en el marco de una aceptación incondicional.

Hoy diecinueve de marzo, festejamos a José padre adoptivo de Jesús, figura grande en la Iglesia, ejemplo de acogida noble y generosa para toda la humanidad.    

POR PAZ FERNÁNDEZ CUETO
PAZ@FERNANDEZCUETO.COM

dgp