Así como José López Portillo anunció que iba a defender el peso como perro, los neopriístas del Siglo XXI anuncian que van a detener la iniciativa preferente para reformar la Ley de la Industria Eléctrica que envió el presidente Andrés Manuel López Obrador al Congreso.
De aprobarse, dicen los del tricolor, implicaría aumento de tarifas eléctricas, necesidad de mayores subsidios y repudio a la inversión privada. Morena pretende eliminar el despacho eficiente de las plantas de generación eléctrica, gracias al cual las energías limpias se han abierto paso al ser más baratas que las termoeléctricas convencionales de carbón, combustóleo y diésel. México necesita más plantas solares y eólicas para garantizar un medioambiente sano y cumplir con sus compromisos internacionales en materia de cambio climático. También violaría la Ley Federal de Competencia Económica y tratados internacionales como el TMEC y otros.
Tal vez tengan razón los priistas en sus argumentos, pero la realidad es que después de seis años de las reformas transformadoras, entre ellas la energética que promovió Luis Videgaray a billetazos – Andrés Manuel dixit--, el país y los consumidores no han visto ese cambio espectacular que prometieron, y mucho menos los beneficios para los consumidores. Videgaray declaró que, con las reformas estructurales, el crecimiento de la economía mexicana podría ubicarse en 5.3 por ciento al final del sexenio pasado, pero nos engañó.
Por otro lado, resulta ingenuo decir que, si el Congreso aprueba la iniciativa en cuestión, los priistas acudirán a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cuando todos sabemos “por dónde masca la iguana” en el máximo tribunal de justicia del país.
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Nada más les faltó decir a los neopriistas que acudirán al Congreso de Estados Unidos para pedirle que presione al gobierno de México en este delicado asunto.
¿Estarán pensando los priistas sumarse a los “polkos” del PAN?
AGENDA PREVIA
El titular de PROFECO hizo un llamado a quienes, según él, se agandallaron los tanques y concentradores de oxígeno: “Por amor al prójimo, por favor devuélvanlos cuando los desocupen; si los rentaron les van a regresar el depósito; si los compraron les van a pagar lo que pagaron por ellos”. La realidad es que en cientos de miles de hogares esos artículos se volvieron de primera necesidad ante el temor de contagios de Covid-19, y quien los hayan rentado o comprado no se va a deshacer de ellos en estos momentos de escasez, y menos los va a vender al precio que los compraron porque su costo se fue a las nubes. Ingenuo, pues.
Por su parte, al grito de ¡Salvemos al pueblo!, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos exhorta a la Procuraduría Federal del Consumidor para que, en el marco de sus atribuciones, privilegie la observancia de los derechos humanos y realice las acciones necesarias para prevenir y evitar que empresas productoras y comercializadoras de oxígeno medicinal incurran en prácticas que favorezcan la escasez y encarecimiento de dicho producto, indispensable para la atención de pacientes con COVID-19 en nuestro país. ¡Cuánta ingenuidad pedir eso!
POR LUIS SOTO
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