COLUMNA INVITADA

¿¡Qué le ha hecho esta pandemia a mi hija!?

Mas vale que me acostumbre a la apatía, a que mis planes le den flojera, a que no se desviva de dulzura y amor por mi a la menor provocación

OPINIÓN

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Laura Elena Gerdingh / Colaboradora / Opinión El Heraldo de México. Foto: EspecialCréditos: Foto: Especial

Hoy les quiero platicar de mi hija menor Fer. Tiene un carácter muy agradable. Es simpática, considerada, apoyadora, y sobretodo muy entusiasta. Pero desde hace algunos meses alguien me la cambió. Como me preocupa que pasa tanto encerrada con la  pandemia intento que salga conmigo. “¿Fer bajamos a que andes en patines?” No. “¿Fer quieres andar en bici conmigo?” No. “¿Me acompañas a llevarle esto a la vecina?” No.

“¿Fer quieres juagar cartas?” “No” y vuelve a cerrar la puerta de su cuarto en el que pasa horas. Para mi fue evidente que estaba deprimida. Empecé a pensar que necesitaría terapia. ¿Dónde había quedado ese entusiasmo por hacer cualquier cosa que se le propusiera? ¿Dónde estaban su alegría y su dulzura?

No me extrañó este cambio de actitud, después de tantos meses sin poder salir a la escuela y ver a sus amigos, trabajando sentada detrás de una pantalla día tras día, que se convirtieron en mes tras mes. Sin poder ir a su clase de telas que tanto disfruta,
ejercitándose entonces en la sala. Actividades parchadas que a la vez se agradecen pero también son el recordatorio de lo que no está pudiendo hacer. Pero un día estaba en mi cuarto y la escuché hablando con Gaby, la chava que nos ayuda en la casa a quien quiere mucho. Gaby la llamó Fernukis, como la “bautizamos” desde pequeña. Fer muy seria, seca y hasta cortante le exigió “No me digas así” Gaby le contestó “pero tu mamá así te dice.” “Pues sí pero tú no me puedes decir así”. Entonces lo entendí todo… los cambios de Fer no se debían a la pandemia, se debían a la adolescencia. A veces, cuando vemos las situaciones desde afuera tenemos una visión mas clara de lo que pasa y podemos comprender mejor.

Mas vale que me acostumbre a la apatía, a que mis planes le den flojera, a que no se desviva de dulzura y amor por mi a la menor provocación, a que le dé oso todo lo que hago, a que le encante corregirme y voltearme los ojos, por que esta etapa dura un rato.

Queridos papás y mamás de adolescentes, no se lo tomen tan a pecho. Es una etapa en la que nuestr@s hij@s tienen que romper con los paradigmas familiares. Así como ya la miss de kínder te destronó una vez…. Recuerda la primera vez que tu pimpollo te dijo.

“Pues mi Miss dijo que no es así” Dejándote caer desde las alturas del amor incondicional que te profesaba a el exilio de ese pequeño rinconcito de amor que ahora compartía con su Miss. Provocándote un infarto. Prepárate, ahora hará lo mismo, pero con sus amigos. Quiénes son cool, tienen la razón y están por encima de cualquiera de sus intereses y amores son sus amigos. Nuevamente nosotros hemos pasado de moda…

Que bueno que esto suceda. Es mas, preocúpate si no es así. Es momento de que tu hij@ se pregunte si tus gustos son de su interés también, cuestione tus valores, busque modelos a quienes seguir y admirar fuera de su núcleo familiar, logre pertenecer a otros círculos. En fin que vaya probando qué es eso de ser independiente, no sólo en actos, también en pensamientos. Y para eso necesita romper, pero eso no quiere decir que después, no utilice los pedazos de eso que con tanto amor le has ofrecido para construirse a su manera. Sólo así podrá convertirse dueño de si mismo. Así que cuando tu hijo te contradiga, le des flojera, te haga muecas, ten el consuelo de que estás haciendo bien tu trabajo le has dado suficiente confianza para que se rebele como necesita hacerlo todo adolescente. Con todo esto aprendí que las cosas a veces no son lo que parecen.

POR LAURA ELENA GERDINGH
PSICOTERAPEUTA
@LGERDINGH
BGM