DES... PROPÓSITOS

Autoritarismo: mentiras y conspiraciones

Estos gobiernos reparten apoyos asistencialistas para seguir en el poder

OPINIÓN

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Agustin Garcia Villa / Des... Propósitos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Al viejo estilo despótico estalinista, muchos actuales gobernantes se asumen como seudo profetas o semidioses, donde sus “dichos”, mentiras y conspiraciones son ley que debe ser defendida por una pléyade de arrastrados e ignorantes “colaboracionistas”, despojados de cualquier convicción democrática y de respeto a las instituciones, cuya única finalidad es lograr una posición política o burocrática que pueda allanar sus frustraciones personales.

El rasero de líderes de gobiernos autoritaristas se basa en la promoción de mentiras antidemocráticas tendientes a la concentración de poder, pero la mayoría de ellos lo hace de forma tan parecida que parece que toman el mismo curso propedéutico de cómo instaurar un autoritarismo perfecto.

La metodología de ese propedéutico incluye la incorporación de aleccionados militantes que reparten apoyos asistencialistas a grupos de menores ingresos, que los mantendrán en el poder para in sécula secolórum, permitiéndoles presumir de triunfos democráticamente limpios, basados en su clientela electoral, y apoltronarse en el poder más allá del tiempo para el que fueron elegidos inicialmente. Una absoluta democracia “iliberal”.

En simultáneo, se instaura una política intimidatoria para lograr la sumisión de los poderes Judicial y Legislativo al tiempo de desacreditar vía diferentes artilugios —lucha contra la corrupción y otros métodos conspirativos—, a partidos políticos y grupos de oposición, además de confrontar entre sí a diferentes grupos sociales, denominando a los de mayores ingresos “enemigos del pueblo”, exaltando odios y rencores distorsionados, cuya finalidad es dividir a la sociedad, lo que permite un manejo más fácil de sus planes; elefantes blancos al estilo estalinista como lo fue la inhumana construcción del inoperante Canal del Mar Blanco.

Como sustento a sus políticas arbitrarias es indispensable ofrecer prerrogativas al Ejército y Fuerzas Armadas incorporándoles nuevas responsabilidades y, por lo mismo, mayores partidas presupuestales, al tiempo de darles una mayor presencia social, lo que se traduce en una supuesta “mayor lealtad” hacia el jefe máximo.

Una vez consolidado lo anterior, y con el embustero pretexto de terminar con la corrupción, se instrumenta una política de racionalización del gasto público,  para eliminar a la tecnocracia no alineada, y sustituirlos por leales compañeros de campañas políticas. Dentro de ese proceso se aprovecha para eliminar instituciones de apoyo a grupos en desventaja pero, principalmente, de organismos autónomos.

En general, ese proceso se ha llevado a cabo por gobiernos de muchos países, hoy catalogados como autoritarios, como la Venezuela de Maduro, el Brasil de Bolsonaro, la Rusia de Putin, la Cuba de los Castro, la Hungría de Órban, la Polonia de Kaczynski, la Nicaragua de Ortega y la Turquía de Erdogan, lo que implica graves retrocesos del desarrollo, donde se acrisolan sistemas represivos y corruptos que tanto han hecho sufrir a la humanidad.

POR AGUSTÍN GARCÍA VILLA
ANALISTA ECONÓMICO
ORBE@ELHERALDODEMEXICO.COM