TRES EN RAYA

El desenlace para el CIDE

Algunos actores involucrados en el conflicto están llevando las cosas a una situación que nadie puede desear: cerrar la institución

OPINIÓN

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Verónica Malo Guzmán / Tres en Raya / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Oídos sordos al reclamo estudiantil. Cerrazón a la negociación por ambas partes, violación a la ley interna y estatutos varios, y molestia, a la vez que temor, exudan los diferentes personajes en esta historia que ya augura un mal final.

El nombramiento de José Antonio Romero Tellaeche como nuevo director general del CIDE no cumplió con el reglamento de la institución; tampoco se consultó al cuerpo académico. ¿Importa eso a estas alturas?

A lo anterior se suma que no hay diálogo por parte de esta nueva autoridad, ni con el alumnado ni con los trabajadores académicos ni con los administrativos.

Para una institución que se destaca en el área económica resulta una terrible ironía que las partes no se percatan de que están insertos en un dilema del prisionero, y que posiblemente lleven la situación a un punto que resulte el peor de los escenarios. No se me malinterprete.

Considero que es correcto que los implicados (claustro académico, alumnos y exalumnos) reclamen ante la evidente arbitrariedad. Sin embargo, el problema es que no están estableciendo las condiciones claras de lo que sí se podría ceder y de lo que no. Tampoco se diseña una ruta para comenzar a reducir la escalada en la confrontación.

Es necesario que la juventud se involucre en los problemas del país. Tanto los que le atañen de manera directa, como otros. Involucrarse significa debatir, tener claro lo que se pide, cómo se pide, lo que se cederá, los costos y los mínimos requeridos para llegar a un acuerdo.

Unos toman las instalaciones y boicotean públicamente a los directivos. Los otros niegan el diálogo, dinamitan cualquier puente de encuentro, despidiendo a todo aquel que se acerca a quien protesta o se atreve a reclamar. Mientras, ambas partes involucran a otras instancias y no establecen condiciones claras para la negociación.

El problema de esto es que están llevando a la autoridad a una situación que nadie desea: cerrar la institución. Un cierre que podrá ser temporal (hasta 2024) o definitivo, dependiendo de los significados políticos del caso.

A diferencia de lo sucedido hace 22 años en la UNAM, no me parece que la fuerza pública incursione en las instalaciones para desalojar el CIDE. En cambio, lo que en la Universidad Nacional nunca hubiera sido opción –el cierre–, aquí, por sus dimensiones estudiantiles, sí lo es.

Evidentemente, el cierre del CIDE no es lo que desearía ni siquiera el Conacyt. Lo que buscaban era el control del centro para la formación de cuadros e ideologizar la educación pública superior, pero eso es lo que resultará si los costos políticos, sociales y de comunicación siguen ascendiendo para el régimen.

Lo que requiere la 4T es contar con un instrumento operante de poder; si es inoperante, como ahora, el CIDE no le sirve de nada.

Ante lo cual, para ellos, es mejor cerrar y mandar el presupuesto a otros fines de la administración pública.

El punto clave para quienes protestan debe ser cómo estirar la liga lo suficiente, sin eliminar toda salida a la autoridad.

POR RUBÉN MARTÍNEZ CISNEROS
COLABORADOR

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