MIRANDO AL OTRO LADO

Selección de candidatos: ¿primarias o encuesta?

Las elecciones primarias son un instrumento de uso común en varios países de América Latina

OPINIÓN

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Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al otro lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Las elecciones primarias son un instrumento de uso común en varios países de América Latina. Recientemente se realizaron en Argentina para que los partidos pudieran seleccionar sus candidatos a competir en elecciones generales y abiertas. Denominadas PASO (Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias), las elecciones primarias internas sirvieron para que entre varios precandidatos dentro de cada formación política se pudiera elegir al que tuviera el mayor consenso de entre los miembros del partido, para ser el candidato en las elecciones generales.

En Uruguay, el Frente Amplio (de izquierda) compuesto por una multitud de formaciones políticas, incluso con polos de pensamiento bastante diferentes, pudieron decidir de manera democrática y civilizada quiénes serían sus candidatos comunes, desde la Presidencia de la República hasta el último alcalde. Realizaban elecciones entre todos los afiliados al Frente para que pudieran expresarse sobre quiénes debían ser los candidatos unificados del Frente Amplio en las elecciones generales.

La regla de oro de las primarias es quienes pierden, acepten su derrota y se sumen a apoyar al candidato ganador.

En México se ha impuesto la cultura priista del dedazo. El dedazo era una regla no-escrita para darle al Presidente saliente la certeza de tener a un amigo, que no enemigo, como el siguiente Presidente. El dedazo era un mecanismo reminiscente de la era cuando no existía la alternancia en el poder. Todo el proceso sucesorio sucedía dentro de un único partido, y lo decidía el presidente en turno.

La imposición de la democracia electoral y la alternancia dejó el dedazo formalmente en el clóset de la historia. Sin embargo, ese pensamiento sucesorio persiste incluso en la nueva era. Pero ahora no existe como una implacable realidad sino como un intento de reproducir, con sesgos de ficción teatral callejera, que mueven a la risa por su patética pretensión de convencer de una supuesta intencionalidad democrática.

Por ejemplo, hoy el partido oficial Morena trata de convencer a propios y extraños que las encuestas son el mejor y más apto instrumento para seleccionar candidaturas, en todos los niveles. Sin embargo, es un mecanismo totalmente desacreditado. Tanto dentro como fuera de ese partido existe un amplio consenso de que es un instrumento simplemente para encubrir una nueva forma de dedazo. Sirve para permitirle al Presidente de la República definir a quienes quiere como candidatos. Lisa y llanamente.

Lo que sorprende es la pasividad con la que los miembros de ese partido aceptan la nueva imposición de las candidaturas de su partido, tomando en consideración que siempre fueron hordas críticas y de talante analítico. Pero ya no. El espíritu crítico ha sido erradicado en el pensamiento de ese partido que se dice de izquierda, pero de izquierda no tiene nada, ni siquiera de nombre, que, más bien, es una evocación religiosa. Es una confederación de seguidismo que devora recursos públicos para fines personales y, a veces, para el confort público.

Morena rechaza las primarias. Pero gran parte de los partidos con registro también. Y ahí reside el gran dilema de nuestra era. O se sigue practicando el ejercicio del quehacer público sin permitir el acceso real de la ciudadanía o se replantea la relación esencial entre los institutos políticos y la sociedad civil.

La mejor manera de hacer este replanteo de la metodología política no solo para seleccionar candidato sino también para reformar profundamente la relación entre política y sociedad civil en México, es planteando contrastar el sistema de encuestas con el sistema de primarias abiertas a la ciudadanía,

Frente a las encuestas de Morena que le permitirán al Presidente escoger los candidatos que quiera sin consultar con nadie, en la privacía de su despacho, la oposición deberá mostrar audacia e inventiva, instaurando el sistema de primarias abiertas para elegir a sus candidatos en todos los niveles. Este sistema exige mucha madurez. Entre otras cosas, exige que los perdedores acepten su derrota. Sin cumplir con esa premisa, la democracia no puede existir. Es fundamental para todo sistema democrático que los perdedores acepten su derrota. Y, para ello, la competencia debe ser lo más parejo posible. El acarreo de comunidades enteras, la compra masiva de votos y la intimidación policial son prácticas que siguen empleándose y deben desterrarse.

Empieza a crecer el reclamo social de que la legitimidad social y el apoyo electoral se ganan con la inclusión real de la voz ciudadana en la toma de decisiones. Organizaciones ciudadanas como Sí Por México y el nuevo Frente Cívico Nacional levantan su voz en ésta misma dirección. Seguramente otras organizaciones ciudadanas, sociales y de personalidades aportarán su voz y opinión en torno a este tema central de la democracia moderna en México.

Otras sociedades ya aprendieron que si quieren contar con el apoyo social y político necesario para tomar decisiones importantes en cada época, deberán renovar sus lazos con la sociedad a través de estos instrumentos que incrementan su vínculo con los pueblos.

En México los partidos de oposición deberán ser audaces y despojarse de su enfoque sobre sí mismos, para pensar en, y para, la sociedad en general. Hacer eso significa ponerse de acuerdo en un método de selección de, por ejemplo, una candidatura presidencial común para 2024 a través de campañas internas con reglas claras para desembocar en una elección primaria abierta a la ciudadanía. Una candidatura nombrada a partir de un ejercicio democrático de esa envergadura dejará a Morena y su encuesta para nombrar su candidato en el basurero de la historia.

Y después se tendrá que construir un gobierno de coalición equilibrado entre todas las fuerzas. Un gran reto para el verdadero avance de México, en unidad, equilibrio y con respeto a todos los puntos de vista.

POR RICARDO PASCOE PIERCE
RICARDOPASCOE@HOTMAIL.COM
@RPASCOEP

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