COLUMNA INVITADA

Los murales de Rivera en Detroit

Diego Rivera desarrolló una relación con México y EU, así como con empresarios cuyos intereses resultarían ajenos a las convicciones políticas que manifestó

OPINIÓN

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Bernardo Noval/ Colaborador/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Dichos vínculos le permitieron coincidir con los más amplios círculos de mecenas y clientes, lo cual favoreció que tuviera a su disposición miles de metros cuadrados de muros para pintar.

En la mayoría de las ocasiones logró satisfacer a sus patrocinadores, pero en otras obtuvo su abierta desaprobación, como en el célebre enfrentamiento con Nelson Rockefeller, quien desmanteló el mural encomendado en la entrada del Centro Rockefeller.

En cada proyecto comisionado, el artista investigaba exhaustivamente sobre los temas que representaría, tal y como lo hizo en la elaboración del mural La industria de Detroit, encargado por William R. Valentiner, director del Detroit Institute of Arts (DIA).

Para ejecutarlo, Rivera pasó dos meses estudiando el proceso de producción industrial del complejo de la Ford Motor Company, de ahí que el apoyo financiero de Edsel Ford, magnate de la industria automotriz y miembro de la Comisión de Arte del Instituto, fue decisivo para que la obra se llevara a cabo.

En abril de 1932, Rivera se trasladó a Detroit acompañado de Frida Kahlo, y la pareja llegó a una ciudad que se encontraba devastada por la Gran Depresión de 1929. Inicialmente, el artista recibiría un pago menor por la ejecución de la obra; sin embargo, cuando Ford vio dos dibujos para los paneles principales, estaba tan emocionado que decidió aumentar la tarifa de Rivera a 20 mil 889 dólares.

Este gigantesco mural que abarca tres paredes del gran vestíbulo del museo y que alguien ha llamado la Capilla Sixtina de la industrialización estadounidense, se compone de una serie de frescos en 27 paneles que contienen escenas que describen el desarrollo industrial de la ciudad; así como de las industrias médica, farmacéutica y química relacionadas con la historia de Detroit y su gente. La creación del mural se llevó alrededor de ocho meses, en los que Rivera y sus asistentes trabajaron turnos de hasta 15 horas. Cuando los murales se abrieron al público, la gente quedó atónita.

El Detroit Daily News los describió como: “Toscos en su concepción, tontamente vulgares, sin significado para el observador inteligente y una calumnia a los trabajadores de Detroit”. Asimismo, se creó un grupo para solicitar formalmente su destrucción, pero Valentiner y Ford se rehusaron a desintegrarlos.

Hoy en día los murales son considerados como una joya artística de Michigan y, en el 2014, fueron catalogados como monumento histórico nacional de EU.

Sin embargo, durante mucho tiempo pasaron de un periodo de fuerte controversia, a uno en el que fueron ignorados. No fue sino hasta después que Detroit sufrió el colapso económico de 2008, cuando tuvieron una nueva apreciación. Han pasado casi nueve décadas desde que Rivera llegó a Detroit y nuevas generaciones continúan visitando el DIA para ver sus extraordinarios murales y redescubrir una dimensión importante de las raíces de su ciudad, la cual se encuentra en medio de una importante resurgimiento cultural y económico, después de su mediática bancarrota en 2013.

Por Bernardo Noval
CEO Must Wanted Group
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