Sin embargo, la obra literaria de Juan Rulfo también se completa por un trabajo fotográfico, menos conocido, que fue más allá de una mera afición.
El 30 de septiembre de 1980, días después de ingresar a la Academia Mexicana de la Lengua, Rulfo recibió un homenaje nacional en el Palacio de Bellas Artes, instalándose una exposición donde lo más atrayente fueron las imágenes captadas por su cámara.
Hasta esa fecha poco se sabía de esta faceta creativa del escritor que algunos creyeron un gusto más. Desde entonces varios especialistas han señalado que dichas imágenes no pueden verse como una ilustración de su narrativa, ni sus relatos pueden considerarse una explicación de su obra visual.
Y es que de acuerdo a varios autores, fotografiar para Rulfo fue un encuentro con la visión de un gran creador que supo ver a México agitar su interior, abrirse paso en lo más hondo de su ser a través de un viaje por el mundo que quiso imaginar. Pues tal y como él aseguraba: “Solamente puedo ver hacia dentro, no tengo esa virtud de ver hacia fuera”.
Hacia 1940, Rulfo toma sus primeras fotografías y hace de la cámara su compañera hasta el final de su vida. Sin embargo, una de las etapas más fructíferas de su producción fotográfica corresponde a los años de 1947 a 1952, cuando realizaba viajes como empleado de la empresa Goodrich Euzkadi por los estados de Jalisco, Colima y Oaxaca.
El autor de Pedro Páramo, considerada por Carlos Fuentes como la mejor novela mexicana de todos los tiempos, fotografió paisajes, elementos y motivos que el escritor veía a su paso por diferentes pueblos y lugares, desde Yecapixtla hasta Mitla. Dichas imágenes formaban parte de distintos proyectos, las hay desde aquellas plenamente documentales, las que sirvieron para un trabajo en particular o aquellas que él tomaba por simple gusto.
Más tarde, desempeñando su labor en la Comisión del Papaloapan, capturaría numerosas imágenes de las fiestas populares en Veracruz; posteriormente realizó varios encargos más, como las fotografías de ferrocarriles o la serie filmográfica durante los rodajes de La escondida y El despojo.
Gracias a la labor de la Fundación Juan Rulfo, dirigida por Víctor Jiménez, el archivo fotográfico de Juan Rulfo asciende a más de seis mil negativos, divididos en cuatro grandes categorías: arquitectura, paisaje, retrato y fotografía indígena o etnográfica; además de tres colecciones, una de ellas del ferrocarril, otra que abarca los rodajes de las películas y una sobre danza. Algunas de estas imágenes forman parte del libro 100 fotografías de Juan Rulfo, publicado en 2010.
Calificado por la escritora y directora de cine Susan Sontag, en su libro Sobre la fotografía, como “el fotógrafo más importante de Latinoamérica”, la obra fotográfica de Rulfo consistió en capturar lo visto, lo conocido, pero no lo vivido.
Su mirada supo formular una aproximación diferente de nuestro país, capturando imágenes que hablan de un México que se aleja de las fotografías estereotipadas y nos muestran un conocimiento profundo, así como la apreciación apasionada, de los paisajes, la arquitectura y los habitantes.
Sin duda, Juan Rulfo fue un artista total, con una doble condición de escritor y fotógrafo.
Por Bernardo Noval
CEO Must Wanted Group
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