COLUMNA INVITADA

El triunfo del radicalismo

Las políticas públicas deben estar alejadas de prejuicios y extremismos, necesitan su justa medida de mesura

OPINIÓN

·
Créditos: Especial

Para efectos prácticos, la renuncia de Alfonso Romo como jefe de la Oficina de la Presidencia no tiene mayor efecto para la realidad del país. Desde hacía tiempo era ya un funcionario irrelevante en el diálogo entre el gobierno y los empresarios.

Su dimisión se trata, más bien, de un mensaje político con doble lectura: por un lado es resultado de la lentitud gubernamental
para dar respuesta a las demandas ciudadanas; por otro, la confirmación de la tendencia ideológica obsoleta que distingue a este sexenio.

Con todo y sus carencias o defectos, hasta hoy, Romo era una voz discordante en muchas decisiones de política pública en materia de economía. Afirma que el gobierno federal parece estar tomando decisiones “como si estuviéramos creciendo 9 por ciento”, y no como en realidad estamos, en caída libre.

Sin embargo, nunca pudo convencer al presidente de nada.  Ha triunfado el radicalismo y con ello sus consecuencias. La cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) nos salió más cara que haberlo terminado. Se siguen ahuyentando las inversiones internacionales, los empresarios son vistos como criminales y se ha dejado al Estado la imposible carga de revivir al Sector Energético.

Eso sí, las ideologías no aplican para familiares y amigos cercanos. A ellos todo el capital, todos los privilegios y todos los contratos.

Las políticas públicas deben estar alejadas de prejuicios y extremismos, necesitan su justa medida de mesura. Con la renuncia de Romo, al Presidente se le acaban las voces mesuradas en su gabinete; sirvieron en campaña para generar votos y confianza, hoy le estorban. Ofuscado en su visión obsoleta no alcanza a entender que a quienes afectan más sus ideologías, son a los pobres que dice primero defender.

Las nuevas generaciones de mexicanos, hijos de la libertad de mercados y la globalización, tal vez no recuerden que este no es el primer presidente que piensa que el Estado es el responsable de dictar quién tiene capital y quién no, sacrificando la libertad por la igualdad y empobreciendo de esta manera a todos. 

Que en la agenda política prevalezcan las consultas a modo, la justicia discrecional, las obras faraónicas, los recortes presupuestales y los programas sociales electoreros; por encima de la creación de oportunidades y un sólido estado de derecho, es parte de la razón por la que México es uno de los países a nivel mundial donde se siente más profundamente el estrago de la pandemia.

Alfonso Romo se suma ya a las decenas de renuncias de altos funcionarios que saltan del barco de la 4T. Mientras tanto, el capitán del barco sigue sin corregir el rumbo, en su mente no hay lugar para considerar que el problema en realidad se trata de su propia ineficiencia, como al parecer lo considera la mayoría de mexicanos (según su propia encuesta).

No ha comprendido que una cosa es ser honesto y otra cosa es ser capaz. En la política se tiene que ser las dos, o nada.

 

POR GINA TRUJILLO
COLABORADORA
@GINATRUJILLOZ