MODA

De la oscuridad a la luz, así se direcciona la vida

Me gusta hablar de códigos porque estamos en esta vida para descifrarlos, comprobarlos y ejecutarlos o, en su defecto, desecharlos

OPINIÓN

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Lina Holtzman | La Moda y su Gente | Opinión El Heraldo de México

No estaba asustada porque no sabía a qué me enfrentaba. La sensación era, supongo, similar a la que experimenté el primer día que me llevaron al colegio. Apenas comenzaba el nuevo milenio y con una maleta llena de revistas Glow! y Black me fui a Suiza, a conocer el mundo de la alta relojería. A presentarme ante ella.

No creas que todos me dieron el tiempo, más allá de ser eso lo que registra esa pequeña gran pieza alrededor de la cual giraba el evento. Audemars Piguet no nada más me abrió la puerta, sino el corazón. ¡Y vaya que es importante hablar de ese órgano que da vida, no nada más a nosotros, sino a lo que para muchos es un objeto de deseo aunque, para mí, te confieso de una vez, significa una invitación a vivir! Y no, no exagero.

Hoy, Audemars Piguet me ha seducido con una pieza fácil de llevar, pero con complejo génesis que suscribe mi propia filosofía de vida y que te comparto de una vez, entre más pronto, mejor: De la oscuridad nace la luz.

Redondito. Amable. Así es el Code 11:59 by Audemars Piguet. Me gusta hablar de códigos porque estamos en esta vida para descifrarlos, comprobarlos y ejecutarlos o, en su defecto, desecharlos. Me identifico con éste. Desde pequeña, por mi tradición judía, me enseñaron que el día inicia con la noche. Al ponerse el sol ¡recomenzamos! Y esa es la invitación que me hace mi reloj. Porque el Code 11:59 suscribe la oportunidad que tenemos en ese momento en el que oficialmente pasamos de un fin a un nuevo principio, de reinventarnos. ¡Vaya “Código del poder”, como decimos en la Revista Black!

En la oscuridad es que podemos generar luz. Por eso me atrevo a pedirte que no le tengas miedo a cualquier experiencia en la que no puedas ver con claridad, porque es precisamente la que puede llevarte a entender el mundo y a ti mismo, con más precisión.

Cuando regreso a Suiza (bueno, este año no se pudo), hago de cada minuto un homenaje a la oscuridad. Y mi pieza de alta relojería me ayuda; cada que la veo, cada que siento latir su corazón (porque se siente en la muñeca su tic, tac) ¡el mío sabe que está vivo!

POR LINA HOLTZMAN
@linaglow