“Sal, Ovidio, sal. Muéstrame las manos. Ovidio, tranquilo, sal aquí”: así gritaban los efectivos militares y de la policía cuando llegaron a la zona residencial conocida como Tres Ríos en Culiacán, Sinaloa. Para “El Ratón” Ovidio Guzmán no había otra opción que acceder al pedido de las autoridades que lo habían rodeado pasadas las 3:00 de la tarde del 17 de octubre de hace poco más de 3 años; sin embargo el hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán y heredero de su imperio criminal en el tráfico de drogas saldría avante solo en aquella ocasión.
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“¿Traes armas?”, preguntó uno de los militares, a lo que Ovidio, uno de los tres hijos del “Chapo” que formaron a “Los Chapitos” o “Los Menores”, una escisión del Cártel de Sinaloa, respondió: “No, yo no”. -“Habla con tu gente y dile que paren todo”, dijo otro uniformado para que finalmente el operativo de búsqueda del menor de los hijos de Guzmán llegara a su fin, según el relató del periodista José Luis Montenegro, autor del libro “Narcojuniors. Los herederos del poder criminal”.
“Ya paren todo, por favor, ya me entregué”: Ovidio Guzmán.
Aquel 17 de octubre fue jueves y ese día Ovidio estaba en la casa de su pareja sentimental Adriana Meza. El narco llevaba prendas elegantes: una camisa blanca y un pantalón de vestir de color negro, misma tonalidad de sus zapatos, mientras portaba una gorra para cubrirse de la intensidad de los rayos del Sol que asola al norte del país. Tras saberse acorralado, Ovidio salió de la vivienda con las manos arriba y ya sin su gorra colocada.
Una vez que uno de los fundadores de “Los Chapitos” fue capturado por las Fuerzas Armadas, varios grupos de sicarios tomaron sus armas y a bordo de sus camionetas que las terminaron colocando como barricadas en los puntos de acceso a Culiacán. Esas zonas se convirtieron en paisajes de guerra por la quema de automóviles además de instalar fusiles Barrett de alto poder, mientras los habitantes estaban aterrados con la escena, reportó el periodista para el Independent en español.
"Los Chapitos" mostraron su arsenal
Por primera vez, la escisión del Cártel de Sinaloa mostró su poderío armado y de sicarios a disposición para tratar de rescatar a su líder tras haber sido sorprendido. El operativo fue conocido como el “Culiacanazo” y tras su desarrollo una vez que “El Ratón” era escoltado por los militares, se registraron 19 bloqueos en las calles, además de 14 enfrentamientos armados cuyo saldo fue:
- 16 personas heridas.
- 14 enfrentamientos armados.
- 8 soldados capturados y después liberados.
- 68 vehículos militares con impactos de bala.
Tres años después, en febrero de 2022, Montenegro visitó la zona donde se llevó a cabo el primer Culiacanazo y en los territorios donde el Cártel de Sinaloa, particularmente los hombres que actúan bajo las órdenes de “Los Menores”, dominan el territorio. Así llegó a Badiraguato, el municipio que vió crecer a los Guzmán. En el lugar los vecinos solo agachaban la mirada y callaban todo el tiempo cuando el comunicador hablaba con ellos.
Finalmente llegó a la casona donde estaba Ovidio luego de que fue liberado por órdenes del presidente Andrés Manuel López Obrador para evitar que se desataran más enfrentamientos y perdieran la vida más personas por el combate al narcotráfico. Un hombre de baja estatura que cargaba un enorme fusil de uso exclusivo del Ejército de Estados Unidos, interrogó a Montenegro y a sus acompañantes,
Una vez que se presentó y fue revisado, uno de los escoltas que lo paseaba por la casona, hizo una seña y apuntó su mirada en una dirección y de pronto ahí estaba Ovidio Guzmán quien bajaba de un caballo que montaba“¡Listo! Ahí lo tienes”, dijo. Se apresuró.
Brindó un par de indicaciones para salir del sitio y comentó: “Ya se pueden ir”. Esa fue el único contacto que el periodista tuvo con el narco quien más un año después fue recapturado el 5 de enero de 2023, también jueves, y ahora permanece en prisión a la espera que su equipo de abogados logren evitar que sea extraditado a Estados Unidos para que inicien su juicio y tenga el mismo destino que su padre quien cumple cadena perpetua en una cárcel de máxima seguridad.
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RM