Río Rico es un lugar tranquilo ahora, ubicado en Tamaulipas, entre Reynosa y Matamoros. Pero no siempre fue así. En algún momento de su historia fue como una sucursal de Las Vegas, y antes de eso fue parte de Estados Unidos, aunque eso ya quedó en el olvido.
En sus días de gloria contaba con un puente internacional, salas de juego, hotel, casinos, cantinas, casas de apuestas, restaurantes, tiendas, un galgódromo, cine, banco, correo, estación de autobuses y hasta cementerio, muchos dicen que impulsado por Al Capone.
En los anales de la historia quedó grabada la efímera gloria que tuvo el pequeño poblado en la frontera tamaulipeca, el cual colinda al norte con el municipio de Relámpago, Texas, y está a siete kilómetros al este del casco urbano de Nuevo Progreso.
El río Bravo, como lo conocen los que están al sur, o río Grande, para los del norte, ha marcado la frontera entre Estados Unidos y México desde 1848. Para resolver las disputas que surgían por los frecuentes cambios en el curso del río, se firmó el Tratado de 1884, que reconocía sólo aquellas desviaciones resultantes de eventos naturales.
A principios de 1900, la empresa estadounidense American Rio Grande Land and Irrigation Company tenía una estación de bombeo en el lado estadounidense que tomaba agua del río para distribuirla entre los agricultores locales.
Sin embargo, la compañía comenzó a preocuparse de que el río cambiara de curso, así que, sin ninguna autorización, en 1906 cavó un canal, que aisló 419 acres al sur del río, 1.67 km² de territorio, conocido como el Banco Horcón.
“Hay consecuencias de tratar de controlar la naturaleza”, señaló Joe Vidales, del McAllen Heritage Center, Texas. Aunque la extensión de tierra era legalmente todavía parte de Estados Unidos, su ubicación, ahora al sur del río, hizo que quedara bajo la jurisdicción de las autoridades mexicanas.
La American Río Grande Land and Irrigation Company había violado varios tratados y fue multada, pero la situación del territorio quedó en un limbo legal. Los residentes se adaptaron rápidamente a convertirse en parte de México.
En 1920, la ley seca se introdujo en todo Estados Unidos. “Si estabas en el sur de Texas y querías tomar una cerveza o una margarita, no lo podías hacer a ese lado del río, pero podías cruzarlo remando, nadando, a veces hasta caminando, y complacerte”, dijo Vidales.
“En 1928 comenzaron la construcción de un puente para cruzar a Río Rico” contó. Políticos, empleados gubernamentales, pensionados, cazadores de animales, comerciantes, soldados y vacacionistas –éstos últimos, que provenían de las regiones más
heladas del continente– solían dar vida a este espacio con apenas 15 manzanas territoriales. En Río Rico nadie los molestaba. Alma Bernal, una rioriqueña, recuerda que “había un hotel y un teatro donde mis abuelos pudieron ver a Pedro Infante y Sara García, estrellas de la historia cinematográfica de México”.
Río Rico volvió a ser una ciudad fronteriza somnolienta cualquiera, recuerda Mike England, quien trabaja en England Cattle Company y creció en el lado estadounidense del río. Ahora es difícil creer que fue una comunidad muy activa.
LSN
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