Dos hechos completamente aislados se registraron este fin de semana en México, pero ambos tenían un factor en común: cráneos humanos. Uno fue un encuentro fortuito dentro de una cubeta usada para apartar lugares en las calles, para que los autos se estacionen y ocurrió en la Ciudad de México. El otro fue un robo de osamenta en un panteón de Guadalajara, Jalisco, e iba a ser usado para hacer un “amarre”.
En el caso de la Ciudad de México fue reportado por el periodista Carlos Jiménez en su cuenta de Twitter. El cráneo humano estaba dentro de una cubeta rellena con cemento, usada para apartar lugares de estacionamiento en la vía pública. El hallazgo se realizó al cruce de las calles La Morena y Mitla, en la colonia Narvarte, de la alcaldía Benito Juárez.
De acuerdo al reportero de nota roja, tras descubrirse el resto humano, se dio aviso a las autoridades. Al sitio arribaron policías pertenecientes a la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México (SSC CDMX), otros de Blindar Benito Juárez, quienes acordonaron la zona. También acudió personal de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX) para realizar las averiguaciones correspondientes.
Este hecho se suscitó este domingo 22 de enero, hasta el momento ninguna autoridad ha brindado información al respecto, por lo que no se sabe si la cubeta pertenece a algún “viene-viene” o es de algún particular o negocio.
Robo para amarre
Fue el pasado viernes 20 de enero cuando un hombre ingresó al panteón Mezquitán, de Guadalajara, Jalisco, para profanar una tumba y robar restos humanos, los cuales presuntamente utilizaría para realizar “un amarre”, pero fue detenido por la policía.
Personal del cementerio dio aviso a las autoridades, dijeron que un hombre rondaba las tumbas y criptas antiguas, inspeccionándolas, pero que no tenía ningún pariente, amigo o conocido enterrado en el sitio, por lo que la actitud les pareció sospechosa. Además ya lo había hecho con anterioridad, hasta que el viernes decidió dar el golpe.
Lo hizo en una tumba antigua, creía que había logrado su cometido, pero fue sorprendido por la policía. Dijo llamarse Carlos Enrique y tener 23 años. Al ser revisado, vieron que llevaba una bolsa de tela roja, en la cual llevaba el cráneo humano.
Cabe señalar que al verse sorprendido intentó huir, por lo que se desató una persecución, ya que iba a bordo de una motocicleta. El sujeto fue quien dijo que utilizaría el resto humano para hacer un ritual de “amarre”. Fue puesto a disposición de la Fiscalía General del Estado (FGE) de Jalisco.
En Jalisco la profanación de tumbas es un delito que se realiza con frecuencia, pues los restos óseos se ocupan para distintos rituales. El ilícito en el estado conlleva una sanción de hasta tres años de prisión.
DMGS
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