A un año de la aprobación y publicación de reformas y adiciones a la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente referentes a la contaminación lumínica, el país continúa sin lineamientos para su aplicación.
Esta ley fue considerada innovadora, por incluir conceptos como luz intrusa, que es aquella luz artificial que cae en espacios que no son los que se quieren iluminar, y pionera, por ser la primera a nivel federal, y en el planeta, que busca proteger el cielo oscuro.
De hecho, la Unesco ha reconocido el derecho a los cielos oscuros como implícito en la conservación del patrimonio cultural y natural de las generaciones futuras, esto de acuerdo con la Declaración sobre la Defensa del Cielo Nocturno y el Derecho a la Luz de las Estrellas, que se hizo en el año 2007.
Las consecuencias del uso ineficiente, innecesario y extremo de fuentes de luz artificial generan aumento en dolor de cabeza, fatiga, ansiedad y estrés en las personas, además de que altera el ciclo biológico de plantas y animales, y afecta su sentido de orientación.
Las modificaciones a esta ley se publicaron en el Diario Oficial de la Federación el 18 de enero de 2021, e instruye a la Semarnat a que expida la Norma Oficial en la materia en un plazo de un año.
“Tenemos una ley que ya entró en vigor, pero lamentablemente estamos la deriva”, señaló Tania Arguijo, maestra en Ciencias Físico-Matemáticas por la Universidad de Nuevo León, exdiputada federal en la 63 Legislatura e impulsora de esta reforma.
El hecho de proteger los cielos es hacer eficiente el consumo y la dirección de la luz.
Desde 2016, Héctor Solano Lamphar, investigador del Conacyt, señaló que la Ciudad de México, Ecatepec, Guadalajara, Puebla, Monterrey, Tijuana y Ciudad Juárez son las urbes que registran los niveles más altos de contaminación lumínica, teniendo niveles que los ubican en los primeros lugares de las ciudades más contaminadas por luz artificial.
PAL