La embajada de México en Ucrania ha hecho un gran esfuerzo para ayudar a los mexicanos que viven en ese país, sin embargo, los connacionales consideran que no tienen un panorama claro de lo que les espera en el futuro a ellos y a sus amigos ucranianos, ya que perdieron todo debido a la invasión rusa.
El embajador de México en Rumania, José Guillermo Ordórica Robles, confirmó que en un hotel ubicado en Suciava, en la frontera con Ucrania, recibieron a 26 mexicanos, quienes iban acompañados por su familia, quienes serán repatriados al territorio nacional a la brevedad.
"Es un grupo que se enfrentó a una frontera caótica, porque la gente está saliendo para salvar su vida, es una frontera saturada y tuvieron que pasar durante 48 horas en fila para cruzar, en la mayoría de las ocasiones a pie, porque los automóviles están abandonados en una fila interminable", expresó.
Detalló que las personas que llegaron serán repatriadas en el Boeing 737-800 de la Fuerza Aérea Mexicana, puesto que es un esfuerzo de todas las autoridades involucradas del gobierno federal. Ordórica Robles explicó que hay al menos dos bebés y alrededor de 13 mujeres y 13 hombres, sin embargo, no confirmó el dato, porque ha cambiado constantemente.
"Quiero volver a ayudar a mis hermanos ucranianos"
Rosalía Tovar, originaria de León, Guanajuato, residía en Kiev desde hace 10 años, en donde se desempeñaba como profesora de Español. "Mi vida era muy feliz y tranquila. Tenía ahorros y muchos amigos, quienes me recibieron con mucho cariño. Pero, ¿qué vida puedo tener después de esto? La guerra me perseguirá a dónde vaya; no voy a tener paz hasta que el último de mis amigos pueda salir de su sótano", sentenció.
Señaló que todos sus ahorros se quedaron en el banco ucraniano y no puede hacer uso de ellos, pero lo que más le importa son sus amigos, con quienes llevaba una estrecha relación.
"Llegué a ucrania y con mi expareja a trabajar. La gente se portó amable conmigo. Los ucranianos tienen una cultura parecida a la mexicana. Yo quiero volver a Ucrania y ayudar a mis hermanos ucranianos, porque es mi casa, es mi hogar. La persona que ahora soy es gracias a ese país", expuso.
Por otro lado, Tovar expresó que le da tristeza leer comentarios en las redes sociales de México y Latinoamérica en los que se apoyan las acciones del presidente de Rusia, Vladimir Putin, cuando "lo que está haciendo es injustificable. Ya hay niños muriendo y ancianos heridos".
Desconoce en qué momento podrá volver a su hogar, pero espera que sea pronto, porque sabe que no todos los rusos apoyan la decisión de Putin.
Volverá a Chihuahua con su esposo ucraniano
Ivette Rossano García conoció a su esposo en 2017, pero fue en febrero de 2021 que decidieron vivir juntos en Ucrania, donde habían hecho su vida y todo estaba muy bien, hasta que ocurrió la invasión de Rusia.
Originaria de Chihuahua, adonde será repatriada por las autoridades mexicanas, señaló que tiene mucho miedo, "porque tenemos amigos y familia. Mientras nosotros estamos seguros aquí, conversamos con amigos que están en un búnker. Así que no puedo decir que me siento tranquila o a gusto. Esta es una guerra que debe parar".
Su esposo, quien tiene la nacionalidad ucraniana y australiana tuvo al principio algunas complicaciones para salir de Ucrania, pero como tiene a Leonid, de 9 años de edad, hizo uso de una cláusula para no dejar solo al niño, así que los tres y Ramona, una perrita, llegarán en los próximo días a México.
Recordó que fue muy complicado llegar a Suciava, porque la gasolina estuvo escasa desde hace días, así que muchos de los tramos los realizaron a pie. "Nos encontramos con varios retenes militares, pero también civiles, de gente que sólo quería defender su pueblo de los rusos. Pero no sentí miedo, porque en México conocemos muy bien de los retenes", bromeó.
Leonid, quien vivió siete años de su vida en Ucrania, señaló que se siente emocionado de viajar a México, aunque extrañará a sus amigos y su casa, sin embargo, Ivette afirmó que el menor todavía no está muy consciente de lo que ocurre, del conflicto bélico por el que tendrán que dejar su hogar, sólo esperan que la guerra termine pronto para volver a su hogar.
“Es mejor una mala paz que una buena guerra”
Alma Becerra, quien vivía en un pueblo a 10 kilómetros de Kiev, llegó a Rumania junto con su hijo y con su nuera el 1 de marzo después de las preocupaciones surgidas por la reciente invasión del país liderado por Vladimir Putin a Ucrania.
Necesitaron cuatro días de viaje para encontrar un refugio ya que durante el recorrido tuvieron que "ir por caminos secundarios para evitar encontrarse con los soldados". Recordó que tan solo unas horas después de haber abandonado un par de ciudades, estas fueron atacadas por elementos del ejército. Detalló que otra de las desventajas en el trayecto fue que las gasolineras, además de contar con una fila de cuatro horas aproximadamente, vendían únicamente 20 litros.
Fue al segundo día de la invasión cuando Alma y su familia decidieron abandonar su hogar y patrimonio, el cual se encontraba próximo a la zona de conflicto.
"Cerca de mi casa bombardearon un aeródromo, y la verdad la sensación fue horrible, se cayeron todas las macetas de la ventana y fue ahí donde yo entendí que la cosa venía muy en serio".
Antes del suceso, Alma ejercía como profesora de español, y pese a todos los pronósticos que había escuchado, dudaba que se convirtieran en realidad.
Asimismo, aseguró que por parte de sus amigos ucranianos no se puede notar ninguna actitud derrotista. “Yo no los veo que estén dispuestos a ponerse de rodillas la verdad, eso a mí me preocupa porque eso quiere decir que este conflicto puede ir más tiempo”.
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