Heriberto Lazcano Lazcano antes de ser asesinado un día como hoy, pero del año 2012, solía disfrutar de algunos de los placeres que da la vida (aunque la mayoría de manera espeluznante), los cuales gozaba cuando no estaba a la caza de narcos rivales, a los que mandaba decapitar y mutilar para enviar mensajes a sus enemigos, y extender así, su dominio de terror que llevó a los Zetas a ser identificados como los criminales más sanguinarios.
Lazcano Lazcano siempre estuvo vinculado con las armas de fuego desde su juventud cuando ingresó a las Fuerzas Armadas, entonces tenía 17 años en aquel año de 1991, y estaba a punto de cumplir su mayoría de edad. Ese año fue reclutado por el Cuerpo de Fuerzas Especiales -antes conocido como Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE)- del Ejército mexicano.
En dicha década, el narcotráfico se había agudizado por el enfrentamiento entre cárteles de la droga debido al arresto de Miguel Ángel Félix Gallardo, “El Jeje de Jefes”, quien mantenía el control en las diferentes plazas al crear una estructura empresarial llamada La Federación, en la que se respetaban las zonas de cada grupo delictivo.
El también conocido como “El Z-3” o simplemente “El Lazca” estaba del otro lado del trasiego de droga - desde el Ejército-, cuyo lado oscuro - ya dentro del narco- suele presentarse de manera atractiva a quienes reclutan, basado en las presuntas grandes cantidades de dinero que genera el negocio criminal. Esa situación pudo significar que Lazcano haya decidido cambiar de bando, a sabiendas que podría saciar algunos de sus placeres al no tener límites desde la delincuencia.
Así fue que Heriberto Lazcano Lazcano se unió a las filas del crimen organizado en 1998 como parte de los Zetas, un brazo armado creado por el Cártel del Golfo quienes brindaban protección especial al fundador del cártel, Osiel Cárdenas Guillén, lo cual lo hacían desde aquel grupo de élite integrado por ex militares, expertos en infantería, en combates cuerpo a cuerpo.
En sus años al frente de los Zetas, Heriberto Lazcano comandó al grupo criminal que llegó a ser el rival directo del Cártel de Sinaloa de Joaquín “El Chapo” Guzmán, el considerado cártel más grande de México. Los Zetas comenzaron a ganar notoriedad por los métodos cruentos de tortura y narcomensajes que hacían al decapitar a sus rivales para causar mayor impacto.
Los 7 placeres del Z-3
Con todo ello, “El Lazca” tenía espacio para saciar algunos de sus placeres, como era el caso de su enorme gusto por las mujeres con cabello rubio, por las cuales sentía una enorme debilidad al tener presentes a alguna chica con dichas características, según un informe de la BBC.
Además de su gusto específico por dicho tipo de mujeres, Heriberto Lazcano tenía una enorme devoción con la religión católica, al grado de construir una iglesia ubicada en Pachuca, Hidalgo, a la cual le atribuía la "buena fortuna" que el capo tenía al haber incluso sobrepasado al cártel del "Chapo" como el que más dominios en el país tenían.
Otro de sus placeres que fue exhibido son su gusto por acudir a ver y apostar en las carreras de caballos, gracias a las grandes cantidades de dinero provenientes del narco que gastaba.
Asismimo, aquella fascinación por los animales lo llevó a practicar la caza, donde se centraba en las especies favoritas como el venado, el jabalí o la cabra montés. "El Z-3" llevaba el enorme gusto que tenía por los animales a sus actividades criminales como el placer que le daba vincularlos con sus enemigos.
En las haciendas de los Zetas, Heriberto Lazcano tenía a animales salvajes que en ocasiones debaja sin comer para que devoraran a los sicarios de grupos rivales que eran capturados y eran arrojados a los animales hambrientos para deleite del "Z-3".
El encanto de Lazcano por ver espectáculos cruentos llevaba al líder Zeta ordenar a su propia gente enfrentarse a muerte para satisfacer otro más de sus placeres, cuyo séptimo y último era aprovechar los cadáveres de sus rivales para que los cocinaran y lo sirvieran en forma de platillos típicos mexicanos.
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RM