A lo largo de la contingencia sanitaria por covid-19, más de 100 personas, de la comunidad LGBT, han tocado la puerta de Casa Frida, todos huyendo de sus hogares por extrema violencia física, psicológica, abuso sexual, tortura o privación de la libertad.
En este lugar, localizado en la Ciudad de México, han encontrado un espacio seguro; el 80 por ciento de las personas se han reintegrado a las dinámicas socioeconómicas y en algunos casos, a sus familias.
“La pandemia por covid-19 no llegó a presentarnos la homofobia, vino a recrudecer las dinámicas sociales más violentas y arraigadas, por eso decidimos abrir este espacio. Las medidas de confinamiento nos hicieron quedarnos en casa, pero no se pensó que esto significaría convivir con nuestras personas agresoras”, explicó Raúl Caporal, codirector de Casa Frida, en entrevista con El Heraldo de México.
Echar a andar la Casa Frida
Son las tres de la tarde, un grupo de personas arman mesas, las colocan a lo largo del patio, se acerca la hora de comer. Entre risas y murmullos cada uno sirve sus alimentos, la plática se centra en el nuevo episodio de un podcast llamado “Transpsición”, en donde una psicóloga y un hombre trans hablan de sexualidad, género, salud mental y emocional, entre otras cosas.
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Para el funcionamiento y comodidad de los habitantes de este lugar, hay un reglamento de sana convivencia y un calendario de limpieza semanal, además el refugio cuenta con libros, televisión, computadores e internet y juegos de mesa.
“Tenemos un grupo multidisciplinario especializado en las áreas de salud mental, física y sexual, de trabajo social para responder a las necesidades específicas de cada persona. Hay tareas diarias, la gente se compromete a salvaguardar el espacio, todos ponen su esfuerzo para echar a andar la casa”, comentó Raúl Caporal.
Punta del iceberg
Una de las situaciones más comunes, de las personas que viven en Casa Frida, es la destransición de género.
“Lo hacen con la idea de volver a encajar con las demandas que la familia exige, con la idea de empatizar y recuperar a la familia; sin embargo nunca se logra, la persona es quien es, hemos tenido casos así y aquí les brindamos acompañamiento para reintegrarse a su comunidad”, detalló Raúl.
Para el codirector de Casa Frida, este trabajo representa una propuesta para la pacificación, es un modelo que puede ser una opción para las políticas públicas inclusivas.
“El covid-19 representó una oportunidad para reencontrarnos y reidentificarnos dentro de las comunidades, durante este tiempo de emergencia sanitaria ha dado la oportunidad de que muchas luchas sociales se pudieran encontrar y pudieran avanzar en conjunto de manera articulada”, concluyó.
El 40% de los usuarios de este espacio son en su mayoría de la CDMX y área metropolitana, 17% son personas migrantes, provenientes de Guatemala, El Salvador y Nicaragua, el resto es del interior del país.
Por: Arturo Vega Vivanco
mgm