Una de las historias más sorprendentes y que es digna de una película de Netflix es la vida del José Ortiz Muñoz, mejor conocido por su alias “El Sapo” un sanguinario asesino serial a quien se le atribuyen adecenas de muertes y asesinatos ocurridos en diversas circunstancias a lo largo del siglo pasado. Dichas historias fueron compartidas de voz en voz y como testimonio existen notas periodísticas en donde se da testimonio se sus crímenes.
Su caso particular conmocionó a la sociedad de aquella época e incluso atrajo al atención de un psiquiatra quien se obsesionó con su historia; su interés fue tal que lo investigó a fondo y consiguió catalogar su enfermedad mental como “el síndrome del pistolero”, y la cual se caracteriza por asesinar a diestra y siniestra, sin ningún motivo aparente.
El apodo de “El Sapo” le fue impuesto debido a sus características física, ya que su rostro destacaba por tener unos prominentes labios, grandes mentones y una manera particular de caminar, ya que siempre se le veía encorvado. José Ortiz Muñoz nació en Durango durante la época postrevolucionaria y ya en su etapa adulta, en 1922, se alistó en el segundo Regimiento de Caballería en Monterrey, ahí se dedicó a aprender y manejar el uso de las armas.
La violencia caracterizó su vida desde pequeño
De acuerdo con una investigación titulada “Reflexiones psiquiátricas sobre los crímenes de ‘El Sapo’” (1954), la cual fue realizada por el investigador Andrés Ríos Molina, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM; el primer registro que se tiene de José Ortiz Muñoz data de 1917, cuando siendo solo un niño apuñaló con un compañero de la escuela a la que asistía por el simple hecho que, de acuerdo a su versión, era el consentido de la maestra.
Por este crimen fue encarcelado hasta que cumplió 14 años. Seis años después de ocurrido su primer crimen, “El Sapo” volvió a asesinar, en esta ocasión a un teniente coronel, quien se caracterizaba por humillar a los subordinados por no trabajar al ritmo que él lo pedía. Luego de ser sometido a un consejo de guerra, el soldado raso José Ortiz Muñoz no fue fusilado pero sí fue captado como un discípulo sanguinario por un desconocido que vio en él a alguien ideal para cometer actos sangrientos.
De acuerdo con una nota publicada el 31 de octubre de 1941, en el diario El Universal, el reportero da cuenta de otro de los crímenes de “El Sapo”, quien dio muerte a puñaladas al señor Ignacio Jarero Ortiz, tras recibir ordenes directas de su superior. En otra publicación fechada el 4 de octubre del mismo año, José Ortiz Muñoz confesó pertenecer a una banda que se dedicaba al asalto, asesinato y violación en los alrededores de la Escuela de Tiro, localizada en lo que entonces era el Distrito Federal.
En una declaración final “El Sapo” confesó haber participado, el 2 de enero de 1946, en una manifestación de sinarquistas que se llevó a cabo en la ciudad de León, Guanajuato, a donde sus mandos lo enviaron para “controlar a los rijosos”, fue ahí en donde logró accionar su metralleta y asesinar a al menos 120 personas hasta que sus propios compañeros le arrebataron el arma. Entonces fue condenado a pasar 28 años en prisión, los cuales aumentaron a 30 luego que asesinara a un reo en Lecumberri, en donde estaba recluido. Tiempo después fue trasladado al a prisión de las Islas Marías.
mypr