SONORA

Viudas de policías asesinados piden indemnización

El Estado les adeuda un total de 50 millones de pesos, ya que desde el 2015 no les han pagado la indemnización por la muerte de sus esposos, que cayeron en cumplimiento de su deber

NACIONAL

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Créditos: Especial

Un total de 30 viudas de policías de policías estatales y municipales marcharon, junto a sus familias, por las calles de Hermosillo, Sonora, exigiendo el pago de la indemnización de sus esposos que fallecieron en cumplimento de su deber.

Salieron alrededor de las 10:00 de la mañana del Museo de la Universidad de Sonora, avanzaron por el bulevar Rosales y llegaron al Palacio de Gobierno.

Ahora aseguraron que el Estado debe pagarles alrededor de 10 millones de pesos de indemnización anuales para todas en total, pero desde el 2015 no les han cubierto ese pago, por lo cual hasta ahora el adeudo asciende a alrededor de 50 millones de pesos.

La señora Dolores Sol recordó que su esposo cayó abatido el 28 de febrero del 2011, cumpliendo con su servicio a la sociedad, que se desangró en el piso sin que nadie lo ayudará.

Aseguró que han sido revictimizadas en muchas ocasiones, pues no solo su esposo y el padre de sus hijos fallecieron sirviendo a la sociedad, sino que ahora las autoridades no les cumplen un derecho que tienen por ley de que les den la indemnización y así sus familias no queden desamparados.

La Señora Sol expresó, con hartazgo, que el Gobierno actualmente no es sensible y no entiende el dolor de las familias que perdieron a un esposo y a un padre que era policía, una profesión de alto riesgo en Sonora.

Señaló que fueron atendidas por Rafael González Borrego, encargado de concertación Social de la Secretaría de Gobierno. Donde les pide sentarse con él y negociar.

Sin embargo, se negaron porque aseguran que ese derecho ya está en la Ley, anualmente reciben el presupuesto y es un derecho que no se puede negociar.

Por eso informaron que seguirán manifestándose y protestando hasta que alcancen justicia y la muerte de los policías en Sonora no sea en vano y al menos sus familias puedan subsistir.

Por Gerardo Moreno Valenzuela
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