La ciudad de Torreón cuenta con una importante red de túneles subterráneos que datan de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, cuando la ciudad empezaba a desarrollarse y a crecer.
Este desarrollo fue promovido principalmente por Porfirio Díaz cuando impulsó el desarrollo capitalista del norte del país a partir de la creación de industria nacional y de sistemas de comunicación como los ferrocarriles.
En las obras de construcción de los túneles participó una parte de la comunidad china que se instaló en la zona atraída por el desarrollo económico.
Algunos de estos túneles, como el del Canal de la Perla, ubicado en el centro de la ciudad, después fueron utilizados como drenaje hasta que poco a poco quedaron en desuso.
La mayor parte de los túneles fue construido por mano de obra china debido a que estaban en la disposición de recibir un menor salario que los que recibían los locales.
Además, los chinos también fueron utilizados como mano de obra para la construcción del ferrocarril que también pasó por la localidad.
Al mismo tiempo que había trabajadores chinos que eran contratados en pésimas condiciones para realizar los trabajos más duros, existían otros asiáticos de la misma nacionalidad que registraban bonanza económica producto del porfiriato.
Estos chinos, de otra clase social, incluso llegaron a manifestar su apoyo público al gobierno de Porfirio Díaz, lo que azuzó los ánimos xenofóbicos de la población en su contra, sobre todo porque la comunidad de Torreón se sentía más atraída por las posiciones de los maderistas y revolucionarios.
La construcción de los túneles subterráneos, algunos de los cuales incluso se pueden visitar, en Torreón, está enmarcada en estos hechos: la inmigración china, el desarrollo capitalista del norte del país y un tercer elemento que volvería tristemente célebre a dicha ciudad: una matanza de chinos.
Durante el conflicto armado, en un contexto en el que entraban, salían y se enfrentaban las fuerzas porfiristas y las fuerzas revolucionarias, se creó una turba enfurecida que arremetió contra los locales y negocios de los asiáticos y que terminó en la muerte violenta de más de 300 asiáticos.
De acuerdo con algunas crónicas de la época, incluso niños pequeños participaron en la violencia contra los chinos y pateaban los cadáveres que iban quedando entre las calles de la pequeña ciudad.
Después de los hechos violentos, un silencio colectivo se desarrolló entre la población y no ha sido tan ampliamente documentado como otros episodios de la Revolución Mexicana. Sólo recientemente han tenido lugar investigaciones históricas al respecto.
Parte de esto, es que hoy en día, en los túneles como el Canal de la Perla, se convirtieron en espacios de memoria histórica que recuperan estos datos y que buscan cerrar esas heridas con la comunidad asiática.
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